FANNY T.
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29 años
Abogada
New York, U.S.A
Octubre 1999
29 años reales no tienen por qué significar 29 años mentales. ¿Cómo se explica si no que estuviera "vagando" hora y media en busca de nuestra casa para terminar dándose por vencida tras el infructuoso intento? Y eso que tenía un mapa de la ciudad.
Se me ocurren varias buenas alternativas: llamar por teléfono a mi casa "pidiendo socorro", coger un taxi que ahorre la caminata y el cabreo .... cualquier cosa antes de martirizar a las extremidades inferiores y a la paciencia durante 90 interminables minutos. Pero F. no llamó por teléfono porque no estaba segura de que su español estuviera a la altura (vale). Tampoco se le ocurrió lo del taxi, claro.
Sutilezas aparte, el caso es que la pobre terminó por regresar a su escuela de español con la desesperación destilando por los 4 costados (y más vergüenza que cansancio, supongo) para dar parte al director, que inmediatamente nos llamó para tranquilizarnos. Ahora que lo pienso... ¿sí consiguió regresar hasta la escuela desde un punto perdido de la geografía madrileña y no pudo llegar hasta casa? ....uuuhhh, prefiero no preguntar.
Fanny ha venido a estudiar español durante 1 mes. Las dos primeras semanas ha compartido piso con otras estudiantes pero ha decidido cambiar de domicilio por algún motivo que no ha desvelado (de nuevo uuuhhhhh)... aunque ahora que la conozco puedo imaginar cuáles han sido...
Solicitó a la academia que le proporcionasen "alojamiento en familia" y se acordó un encuentro para conocernos mutuamente. Comentó lo avergonzada que se sentía por lo del día anterior y hablamos de cosas triviales,... como del color violeta. Aunque para ella es algo que va más allá de la trivialidad como pudimos comprobar en las dos semanas que convivió con nosotros. Decir que es su color favorito es quedarse sumamente corto; a ver, que hago recuento: un par de camisetas y pantalones violetas, una tercera parte de su ropa interior, un bolso, los guantes de piel, el-secador-de-pelo (se me empieza a nublar la vista), el cepillo de dientes, el del pelo y como colofón... la colonia y el gel de baño (bueno, creo que no he olvidado nada). Según comentó en aquella primera visita, su atracción por ese color había sido motivo de chufla entre sus hermanos en más de una ocasión (no sé por qué pero no me sorprende). F., hija, hay cosas que no deberían confesarse....
Pues finalmente su mudó y pudimos comprobar que no era su única "fijación".
A los 2 días nos dijo que necesitaba poner una lavadora. Curioso, aún sabiendo que vendría el sábado no tuvo tiempo (o ganas) de hacer la colada desde que nos visitó el miércoles,de modo que trajo consigo un cargamento de ropa sucia. (Personalmente me parece feo pero no seamos tan quisquillosos). Digo lo de "cargamento" con toda la intención... porque no consiguió meter toda la ropa, así que ni corta ni perezosa nos dijo que no importaba, que luego pondría otra con el resto. Sí, hija, sí, y dos más si quieres después. No contenta con eso, a los 30 minutos entró en la cocina para ver cómo iba la colada y observamos un rictus de preocupación en su cara: no estaba acostumbrada a un lavado tan largo, pues su "máquina de lavar" en N.Y. no tarda tanto y no le gusta que su ropa permanezca más de media hora en la lavadora. Quizás haya leído en alguna guía de viajes que el agua de Madrid es rica en ácido sulfúrico y desintegra las prendas; ¡¡menudo susto si las bragas violetas salen descoloridas!!.
Las labores del hogar tampoco son lo suyo, porque qué otra explicación tiene el poner el embozo de la sábana a los pies de la cama??? Quizás dormir con las sábanas del revés tenga alguna explicación científica que yo por el momento desconozco. (Estoy empezando a pensar que las lavadoras y las prendas de cama en EEUU son muy diferentes a las nuestras, ains!!). Tampoco parece que le guste demasiado el fregoteo porque la cuchara del desayuno la pone debajo del grifo y ... "voi là"... de ahí al cestillo-escurridor. Los vasos ni siquiera los pasa por el chorro; tiene uno en su dormitorio desde hace 2 días donde bebió un refresco de cola (ah, por cierto, bonito color de pintalabios, Fanny).
Por otro lado, sospecho que es muy celosa de su intimidad, pues no quisiera pecar de criticona diciendo que es desconfiada. ¿En qué podría basarme para afirmar tal cosa?¿En que cierra el armario "con llave" y se la lleva todas las mañanas? No , no creo que sea prueba suficiente. Después de todo, puede que tenga sus razones ... ¿y si un día me da por quitarle una de sus camisetas color violeta? Y digo yo, ¿no podría ser al revés? (No, es poco probable, no tengo ninguna camiseta violeta en mi guardarropa)... ¿y si los desconfiados fuéramos nosotros? Porque si le desaparece algo, su academia tiene nuestros datos y nos conocen, pero... ¿y ellos? regresan a su casa y si te he visto no me acuerdo. Creo que empiezo a comprender por qué se fue del piso...
Además, tiene un carácter "suave". Me sentó muy mal el cabreo que se pilló una tarde que mamá y yo fuimos de visita; pensamos que regresaríamos pronto, así que no dejamos ninguna nota. No obstante, dejamos la cena hecha para no andar con prisas en caso de retrasarnos. Casualidades de la vida, al salir estaba diluviando y a los 5 minutos empezó a granizar. Nos daba pena que papá regresara en metro a casa después del trabajo con lo que estaba cayendo, así que decidimos ir a buscarle en coche. No hace falta decir cómo estaba el tráfico, ¿verdad? De modo que llegamos a casa a las 21:40 y al entrar en la cocina... la cara de Fanny era igual que la de un Rottweiler: aquella noche nos perdonó la vida.
Se había comprado un filete y estaba cenando (cuando nuestra obligación era haber estado allí y prepararle la cena); una gran muestra de tolerancia fulminarnos con la mirada nada más entrar antes siquiera de preguntar qué nos había pasado o pedir explicaciones. ¡Es que era su hora de cenar, corcho! Pero no quiero ser tan mala, todo tiene su lógica, ¡pobrecilla! si no esperó fue porque estaba "muertecita" de hambre; y si no, juzgad por vosotros mismos: muy amablemente (no me apetecía "bajar" a su nivel) le expliqué lo de la visita, , el granizo, etc... sin darme en absoluto por aludida respecto a su enfado (cuando quiero ser mala, puedo ser muuuy mala, je, je; obviamente, yo buscaba la forma de hacerla sentirse maaaal) y le dije que su cena estaba preparada. Así que no tuvo más remedio que tragarse su mala leche porque le planté la cena en la mesa... ¡y se la tragó enterita sin rechistar! Sinceramente, me hubiera apetecido más ponérsela por sombrero, pero no hubiera saboreado esa dulce y silenciosa venganza. Se acabó su filete y nuestra cena: un enoooorme plato de spaghetti con carne picada más 3 empanadillas (sólo se comió una). Pensé que ya no podía más, que debía estar a punto de reventar después de aquella impresionante ingesta de calorías... pero se levantó a por un kiwi ¡y 2 yogures! Todavía me pesa el estómago al recordarlo. En fin, se ve que a esta chica los enfados le abren el apetito...
Bueno, hasta aquí mis reseñas sobre la susodicha; hay mucho más, pero no recuerdo si estará en mis diarios. Los buscaré, a ver si puedo ampliar información sobre la "violetera", porque juro que su estancia entera no tuvo desperdicio...