jueves, 29 de septiembre de 2011

DE PIEDRAS SANTAS

Lunes 19 septiembre.

El día comienza con un buen desayuno y cara de asombro.

Aparece en el comedor una pareja: él viste pantalón rojo de sport y polo bien "remetido" por la cintura; bien apretadico el cinturón. Mis ojos se posan en sus pies... y se abren como platos. No porque lleve chanclas con tira entre los dedos (muy glamuroso, por cierto, teniendo en cuenta cómo va vestido). ¿Se ha golpeado el dedo y por eso está negra la uña?no! porque las 10 tienen el mismo color!! Lo que me faltaba por ver: ¡un pijo cincuentón con pedicura gótica!
Un milagro que no se me haya indigestado el desayuno con la impresión.

Camino del Obradoiro nos cruzamos con decenas de universitarios (estamos junto a la facultad de Medicina), lo que nos recuerda que Santiago de Compostela arrastra una poderosa tradición universitaria.

Comenzamos la ruta matinal visitando el Mercado de Abastos.

Curioso lugar formado por naves de piedra dispuestas en paralelo, que cuentan con "diminutos" puestecillos organizados por pasillos (la nave de las carnes, la de las "peixerias"...). Aún hay muchos cerrados, a pesar de que ya son las 10.30. En el extremo este varias mujeres se afanan en sacar la mercancía de los pequeños almacenes (no son "puestos" propiamente dichos porque carecen de mostrador) colocándola en los bancos de piedra que están delante de ellos.


Tiene ambiente de mercado "antiguo", con tenderas maduras ataviadas con las típicas "batas de faenar" de las amas de casa, atendiendo sus mercerías y fruterías en el perímetro exterior (cierro los ojos y me vienen a la cabeza las visitas al mercado con mi abuela).

Estas instalaciones datan de los años 40 (aunque tiene más de 2 siglos de antigüedad)
Pero no nos prestemos a engaño: de apariencia antigua pero acorde a los tiempos modernos, con servicio de compras, de entrega a domicilio, descuento del 5% estudiantes y página web que facilita la compra por internet.
Sin duda uno de los más pintorescos que he visitado.

Ahora toca la visita a la Catedral, para lo que nos dirigimos a la plaza de Platerías (antigua sede del gremio de plateros). Imposible contemplar la famosa Berenguela (totalmente tapada por obras) en la Torre del Reloj o de la Trinidad. Aloja un reloj de una sola aguja y la famosa campana mencionada (que recibe su nombre del arzobispo Berenguer Landoira), cuyo sonido, dicen, se puede escuchar "en 5 leguas a la redonda". Robada por las huestes de Almanzor (y llevada hasta Córdoba a hombros de prisioneros cristianos) regresaría tiempo después (esta vez transportada por prisioneros musulmanes). Hace años se rompió y la actual es tan sólo una réplica. Al menos nos ha permitido escuchar su tañido...


Accedemos al templo por la puerta de Platerías.

Han sido 3 los santuarios que se han levantado sobre la tumba de Santiago : la iglesia del s. IX, la basílica del s. X (y posteriormente destruida por Almanzor, quien tuvo la desfachatez, según cuentan las malas lenguas, de permitir a su caballo abrevar en la pila bautismal; el animal "reventó" allí mismo por este bautismo indebido) y la actual Catedral (de los s. XI-XII, construida en 100 años).
Impresiona su órgano, el coro, los bajorelieves, las tallas en madera que decoran las capillas, las tumbas, su capilla mayor... todo. Por desgracia, el Pórtico de la Gloria "también" estaba en obras, así que ni la primera sonrisa del románico (la estatua del profeta Daniel), ni la huella palmar desgastada en la columna, ni el Santo dos Croques, ni nada de nada. Lejos de considerarlo un contratiempo, prefiero pensar que se ha convertido en una excusa para regresar.


El templo está lleno de gente escuchando misa de 12, así que aprovechamos para pasar por el camarín y abrazar al Apóstol. Apenas hay 5 personas haciendo cola; subimos la estrecha escalinata y nos encontramos frente a la nuca de santo apóstol. Impresiona la perspectiva, con la nave principal de frente y los bancos llenos de feligreses y visitantes mirando hacia acá. Me siento algo violenta (aunque estoy segura de que ni me ven) y no me atrevo a cumplir con la tradición, cambiando el abrazo por una pasada de mano por la espalda. Bajamos a la cripta para ver la arqueta de plata que contiene las reliquias del santo.


Una se siente abrumada al pensar en los millones de personas que han pasado bajo estos arcos a lo largo de la historia: ricos y pobres, forasteros, enfermos esperanzados, peregrinos extenuados, descreídos, reyes y campesinos, mendigos... Serán cosas mías pero siento una energía especial (o serán las mariposas del estómago). Pero de vuelta a Platerías nos sentamos en un peldaño de la esquina para escuchar a unos músicos callejeros que tocan una conocida melodía clásica (que por desgracia, días después, soy incapaz de recordar) y me dejo llevar por los acordes mientras admiro la portada y los muros, y no puedo evitar que asome una lágrima.


Continuamos callejeando hasta el precioso claustro del colegio de Fonseca (hoy sede de la biblioteca universitaria).

Las calles huelen a marisco y empanada, un olor que alimenta; imposible abstraernos, así que hacemos un alto en el camino para recuperar fuerzas con unos mejillones al vapor y un pulpo con cachelos.

martes, 27 de septiembre de 2011

IAGO, JACOBUS, JACOBO

Domingo 18 septiembre.

Lo sabía.
Presentía que el Santo iba a ser clemente con nosotros y no me equivoqué.
La lluviosa Compostela nos recibió con un cielo semidespejado; una tarde ideal para pasear por las callejas empedradas disfrutando de su magnífico casco histórico.
Lo primero, instalarnos en el hotel, inmejorable punto de partida para la visita pues se encuentra a 150 m de la catedral, y que por sí sólo ya constituye una joya.
El Hotel Monumento San Francisco está enclavado en el antiguo Convento de San Francisco, fundado en 1214 cuando San Francisco de Asís peregrinó a la ciudad.





Dicen que era uno de los conventos que mejor daba de comer a los peregrinos, según se cuenta en el "Pèlerinage d'un paysan picard", escrito por un sastre francés de la Picardía (Guillaume Manier) que peregrinó a Santiago y decidió, 10 años más tarde, reflejar su aventura en un libro de viajes. En el Convento le ofrecieron "buen pan, sopa y carne, además de chocolate".
También aquí, en 1520, el emperador Carlos I celebró Cortes Generales.





Por desgracia el convento original se derrumbó en el s. XVIII y hubo de ser recostruído, incluída su iglesia (de fachada barroca), apoyada sobre un costado del convento.






Comenzamos la visita camino de la Plaza del Obradoiro, donde nos recibe la magnífica estampa de la fachada de la Catedral, salpicada de líquenes centenarios que proporcionan esa peculiar tonalidad que sólo las piedras viejas tienen. Es allí mismo donde uno entiende que los peregrinos lloren al llegar al final de su camino, tras un esforzado viaje de semanas e incluso meses de duración.

Toca un alto en el camino, así que entramos en "Maria Castaña" (Rúa da Raíña, 19), una taberna medio vacía y tranquila donde poder disfrutar de una cerveza bien fría acompañada de unas buenísimas croquetas caseras (se había terminado el lacón a feira, lástima).
Un agradable paseo entre callejas y soportales nos lleva hasta la Quintana da Mortos.

Los pocos turistas que hay por la zona (increíble pasear por la ciudad con esta tranquilidad, no quiero imaginar cómo será el mes de agosto, especialmente si coincide con Año Santo) se fotografían ante una puerta, así que les imitamos. Al día siguiente, sentados en las escaleras de la Quintana leyendo la guía de viaje tranquilamente, nos enteramos de que era la famosa Puerta Santa. Oops...



Llegamos hasta la Plaza de la Inmaculada (o Praza da Acibecheria, haciendo referencia a los artesanos del azabache que vendían en la zona) y el imponente Monasterio de San Martiño Pinario (el mayor edificio religioso de España tras el Monasterio de El Escorial en Madrid).


Terminado el paseo y con ánimos de recomenzar la visita con mayor profundidad al día siguiente, regresamos al hotel a descansar y dar cuenta de una buena cena (deliciosos pimientos de Padrón, una de las mejores parrilladas de verdura que he probado nunca y una caldeirada de pescado al aceite de pimentón con un bacalao que se deshacía en la boca). Y es en este punto donde debo confirmar las palabras de Manier y dar fe de que, varios siglos después, en el convento se sigue comiendo de maravilla :)))

domingo, 4 de septiembre de 2011

¿E.T.? ¿LOS GOONIES?... NO, "SUPER 8"

Tal vez haya un sector del público que esperase un film sorprendente, con inesperados giros narrativos (es bastante previsible) y una novedosa trama (discúlpenme, para las innovadoras historias de ciencia ficción los 70-80 fueron únicos y a estas alturas pocos recursos quedan ya para dejarnos sorprender con MAYÚSCULAS). Son precisamente ellos quienes se sentirán defraudados y quienes pueblen la Red de críticas negativas.
Es evidente que la intención de J.J. Abrams no ha sido sorprender ni rodar un largometraje que vaya a engrosar la lista de los 50 imprescindibles de la historia del cine sino sencillamente rendir un homenaje a las películas juveniles de los 80 (y de paso al cine de serie B de los 50-60, aquellas producciones caseras rodadas con una cámara Super 8, con las que probablemente se iniciaron algunos de los cineastas hoy consagrados) que, como él mismo reconoce, tanto le influyeron. Habrá quien piense que no tiene ningún mérito. Puede que hasta tengan razón. Da igual.

Todo en ella recuerda inevitablemente a aquellas "pelis de pandillas", bien nutrida de los elementos típicos: joven pre-adolescente con problemas familiares, sensato y con visos de "héroe" prematuro acompañado de la "clásica" pandilla juvenil formada por el amigo gordito, el friki amante de los experimentos científicos, el feúcho, el mayor del grupo y, cómo no, la chica mona. Las bicis, el pueblo, las autoridades policiales y militares y el típico quión de aventuras con un misterio en el que los adultos deben ser dejados al márgen. Todo ello regado con algún que otro éxito musical de la época ("My Sharona", "Heart of Glass", The Cars) y supongo que una impecable banda sonora que cuenta con la firma de Michael Giacchino (y digo "supongo" porque lamentablemente me "meto" tanto en la historia cuando voy al cine, que la música siempre me pasa desapercibida; sólo fui consciente del tema musical de la escena final).

Con los típicos recursos escénicos de la época que tanto nos recuerdan al "estilo Spielberg" (aquí interviene como productor) y como colofón, una campaña de márketing basada precisamente en no revelar más de lo necesario para mantener el misterio sobre la cinta.
Típico, típico, típico. Nada nuevo. Hasta con algún que otro cartel de evidente corte ochentero.

Y quizás sea esto lo que precisamente me ha gustado: la posibilidad de dar marcha atrás en el tiempo y transformarme en una adolescente de 13 años sentada en la butaca de un cine de barrio. Volver a recordar a Elliot (dicen que algunas partes del guión se basan en ideas que nunca llegaron a utilizarse en "E.T."), a Mickey Walsh, y a muchos otros.
Una cinta sencilla y muy entretenida sin otra aspiración que la de recordar y homenajear y que nos arranca alguna que otra sonrisa nostálgica (-"¿qué es eso?" - "es un walkman; es como un estéreo").

Con dialogos fluídos y correctísimas interpretaciones infantiles (presiento que "la chica mona" dará que hablar), llamativos efectos especiales (impresionante la escena del descarrilamiento del tren, con la factura del tandem Spielberg-Ligth&Magic tan típico de los 80).

Me atrevería a decir (sin riesgo a equivocarme) que la película tiene mucho de autobiográfica para el director. Apuesto a que de niño rodaba pelis caseras y que tendría a sus padres hasta la coronilla (-"y te vendrá bien pasar un tiempo con niños que no van por ahí con cámaras y maquillaje de monstruos").
Una cinta para nostálgicos en la treintena, o como he oído por ahí: cine juvenil de mágica inocencia. Con los mismos fallos e imperfecciones de entonces, sólo que esta vez eran provocados. Yo sólo sé que decenas de escenas de Regreso al Futuro, El club de los cinco, Cuenta Conmigo, E.T. y Los Goonies bullen en mi cabeza desde anoche.









link: entrevista con el director J.J.Abrams y con el productor Steven Spielberg