domingo, 30 de octubre de 2011

UN FRANCO, 14 PESETAS



Nunca me gustó Pepe Navarro ni su popular programa, lo mismo he de decir del personaje que Carlos Iglesias interpretaba en él (tampoco le ví la gracia por ningún lado a Benito ni a su gotelé), papeles que le hicieron ganarse al público y le reportaron una fama incuestionable (disparando las audiencias televisivas) pero que yo por desgracia nunca supe entender.


Afortunadamente para mí, no era en esos gags donde residía su auténtico talento, sino en la interpretación dramática y, por encima de todo, en el guión y en la dirección artística.


El giro llegó en 2006 con "Un Franco, 14 Pesetas".


Espero que siga ese camino porque ha demostrado que en ese campo es un maestro, y me quedo con el buen sabor de boca que me ha dejado el largometraje y con ganas de más, de mucho más (al punto de visionar días después "Ispansi", que tampoco defrauda).

Aplaudo la sensibilidad que tiene para contar historias, como ésta, sencilla, con cierto tono autobiográfico, que refleja con gran acierto la España de los 60 y el carácter de su gente.Un bonito homenaje a todos aquellos que un día decidieron hacer la maleta y buscarse la vida más allá de las fronteras de su cultura e incluso de su idioma (como un día hiciera su propio padre).


Sin olvidar el coste psicológico de ese cambio tan brusco, del choque cultural y de la temida hora del regreso a casa, especialmente compleja para los que sólo han conocido "el otro mundo": los hijos criados en el exilio laboral.

Y algo que se agradece también es que no cae en sensiblerías gratuitas, jugando con el espectador en busca de escenas emotivas, de aquellas que hacen sacar el pañuelo.



Quizás en algunos momentos muestre una visión ligeramente idealizada (hay quien le critica precisamente eso) pero no debemos olvidar que tiene tintes autobiográficos. No se trata de que TODOS los emigrantes se sientan reflejados (sabemos que habrá versiones contrapuestas, obviamente), sino de mostrar su esencia, lo que sintieron, independientemente de la suerte que pudieran correr: la confusión inicial, la sensación de desarraigo, el descubrimiento de otra cultura y de una sociedad diametralmente opuesta (en muchos casos) a la nuestra, la soledad y sobretodo, el dilema de qué rumbo tomar (volver a casa o no).

Un estupendo elenco ayuda a redondear el guión, presentando unos personajes muy bien definidos, creíbles y coherentes.



Sin duda, una película de las que merece la pena recordar.

lunes, 24 de octubre de 2011

KITTYNVASIÓN

A petición popular subo este post, aún a riesgo de saturar mis pupilas (ya sabéis que soy de la liga anti-rosa, aunque confieso que últimamente a veces flaqueo, serán las malas influencias familiares...) y al fin y al cabo, desde mi viaje al país del sol naciente, la gatita nipona despierta mis simpatías más de lo que solía hacerlo en mi infancia.

Hace un par de semanas mi cuñada nos invitó a cenar, sospecho que con la excusa de realizar el despliegue que tenéis ante vuestros ojos:

Supongo que no quedó ni uno sólo de los artículos del kit olvidado en los armarios de la cocina, porque no faltaba detalle: vinagrera, salero, servilletas...y por supuesto, el discreto mantel :O


Espero que mi cuñada esté a la altura y explote su vena frikitty en la próxima cita, que si no fuera por momentos como éstos la vida sería muy triste y muy gris :)))

Y ya puestos, aprovecho para felicitar de nuevo a la cocinera (ainssss, dónde habré metido la receta del pastel de pescado...).


miércoles, 19 de octubre de 2011

CRISTINA GARCIA RODERO

"La confesión" 1978:


Las vacaciones, los cambios de última hora y el atropello de ideas me han obligado a posponer infinidad de posts que esperan ansiosos salir de su encierro, así que comenzaré a desempolvarlos poco a poco. Empezando por la magnífica exposición de fotos de Cristina García Rodero.


Cristina es la primera española que ha ingresado en la famosa agencia Magnum (fundada por Robert Capa), en 2005.

"La Rama":


Licenciada en Bellas Artes, comenzó su carrera como docente de dibujo y posteriormente de fotografía, impartiendo clases en la Universidad Complutense. Ha realizado multitud de viajes para reflejar los festejos y costumbres de distintos países, y su trabajo ha sido reconocido con multitud de premios (entre ellas, el Premio Planeta de fotografía o la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes).
"El señor cura y su madre"(1980):



Hasta ahora tan sólo me sonaba su nombre, pero no había tenido oportunidad de visitar ninguna exposición suya ni me había tropezado con ninguno de sus libros. Así que me vino de perlas la que organizó el Circulo de Bellas Artes en Madrid este verano para conocer algo de su obra.

"Caricias":


"Transtempo" abarca sus impresiones a lo largo de 3 décadas, escogidas de sus viajes por Galicia, reflejando con detalle sus rituales religiosos y su folclore. Congelando gestos y rostros, casi parece que atraviesa esas miradas y se interna en los sentimientos de la persona que retrata.

"El desayuno" (1975):


Me resulta tremendamente difícil escoger unas pocas fotografías para ilustrar el post, cuando realmente quisiera subir decenas de ellas, pero entonces se convertiría en una aburrida e interminable retahila de imágenes y acabaríais mandándome a paseo con un click de ratón :)
Así que me limitaré a unas cuantas que tras mucho buscar conseguí localizar con SanGoogle y que me transmitieron ternura, o sorpresa (incluso pánico, como descubriréis casi al final del post, ja, ja).


"Damas con flores":

Y es que en el fondo, nosotros hemos vivido miles de escenas parecidas a éstas. Nuestros abuelos seguramente se parecían a los ancianos de estas instantáneas, nuestros tíos o primos, nuestras ropas seguramente un día fueron idénticas a éstas (quién no ha llevado una rebequita de perlé como la niña acariciada de antes?), ¿quién no se ha bebido una Mirinda como la que se están desyunando los paisanos antes de proseguir con la procesión? (aunque en la imagen no se aprecie). Quizás por eso el visitante empatice tanto con la exposición. Porque nos hace volar a los recuerdos de estas décadas pasadas en las visitas al pueblo. Me pregunto si un visitante chino (por poner un caso) sentirá lo mismo al ver estas imágenes. Quizás entonces sea por la sensibilidad de García Rodero al apretar el disparador y hacernos ver más allá de la imagen.

"Esperando la misa":
Vemos rostros cansados, que parecen ya resignados a soportar el peso del mundo sobre sus hombros, otros festejando romerías y desatando su alegría a borbotones, ... hay sitio para todo, para la pena, el cansancio, la fiesta y la desconfianza. Y para la religión, mucha y abundante. Como sucede siempre en los pueblos.

"Secreto de confesión":

Y sorprende ver que no hemos cambiado tanto, que si al principio nos parecían fotografías de la época del bisabuelo, los pies de foto dicen algo muy distinto: la mayoria de los años 80. Así, casi a la vuelta de la esquina.


Lo primero que se agradece al entrar en la sala es el tamaño de las imágenes. Porque está muy bien que se expongan originales, pero reconozcamos que para una visita cómoda y para evitar pegar las narices en el cristal, lo mejor son las reproducciones grandes que eviten los apelotonamientos a la espera del turno para ver la foto de marras. Menudo gusto.

"La lonja":

Y para terminar, una que me trae muy gratos recuerdos de empanadas y tortillas compartidas con la familia del padrino, aquellas salidas camperas en el 600 y en el Simca 1200 de mi padre. Visto así, bien podría ser uno de esos comensales...

"Misas, vinos y empanadas":




domingo, 16 de octubre de 2011

TIERRAS DEL SIL

La mañana amaneció brumosa. De hecho, el camino hasta el embarcadero fue antológico en algunos tramos, como se aprecia en este vídeo.
Pero las meigas son caprichosas y modifican la climatología gallega a su antojo, así que en el camino de vuelta (3 horas más tarde) nos encontramos con estas magníficas vistas desde el mirador de Cabezoas:


Existen varias compañías de catamaranes (tanto en el Miño como en el Sil). Durante los años 50 y 60 cuando se construyeron los 4 embalses de ambos ríos, aprovechando así su potencial hidroeléctrico y permitiendo, años después, que la retención de las aguas permitiese su navegación; son los llamados "mares internos de Galicia".
La visita, de una hora aproximada de duración, está amenizada con los comentarios de un guía, lo que hace mucho más interesante el paseo y gracias a ellos uno se entera de cosas realmente interesantes. El cañón de Sil es más angosto que el del Miño y en algunos tramos ofrece una verticalidad de 500 metros, además de ser más caudaloso en la confluencia con el Sil (en algunos puntos alcanza una profundidad de 70 m) y más largo que éste último . Las vistas son impresionantes. A la vuelta de ese recodo casi esperaba (salvando las distancias) encontrarme con los dos argonaths :)

El Sil discurre encajonado entre las paredes dando cobijo a una fauna típica donde no faltan aves (halcones, águilas...), lobos, jabalíes, corzos, liebres, nutrias...


Hay diferencia entre ambas márgenes, así, las laderas orientadas hacia el norte son más frías y sombrías y cuentan con bosques de robles y castaños, mientras que las orientadas al sur (con mayor número de horas al año) están repletas de terrazas donde se cultiva la vid (famosa Denominación de Orígen de la Ribeira Sacra, con las vairedades Mencía-tinto- y Godello -blanco- entre otras). Su microclima permite encontrar también vegetación típicamente mediterránea, como olivos y naranjos (muy útiles en las viñas ya que, al parecer, son afectados por las plagas y otras enfermedades con más rapidez y de este modo permiten evitar su extensión a las vides).
Algunas terrazas son sólo accesibles en barca (como se puede apreciar malamente en la minúscula barquita de la foto inferior) lo que dificulta enormemente su explotación: no hay espacio para ninguna máquina, tan sólo las manos del hombre, que carga sobre sus hombros los pesados cestos ladera abajo, hora tras hora. El esfuerzo de estos "cultivos en pendiente" da sentido a lo que hoy en día se conoce como "viticultura heróica" (no puedo pensar en ningún otro nombre más apropiado y supongo que nunca probaré uno de estos vinos sin pensar en estos esforzados viticultores).Algunos viñedos son minúsculos, encajados allí donde las rocas van dejando algún espacio.



Parece ser que esta orografía permite que el sol se acumule en las cepas y el calor difunda hasta las raíces, permitiendo una mejor maduración de la uva.

Pero la Ribeira Sacra ofrece más alternativas aparte del vino y su precioso cañón: deportes de aventura, infinidad de rutas de senderismo y un importantísima legado cultural, ya que está repleta de monasterios, iglesias y capillas.
En eso consistía la segunda parte del día, así que deshicimos es camino para comenzar con la ruta cultural.

A partir del s.V se asientan en estas tierras monjes y ermitaños, dando significado así al nombre de Ribeira Sacra, cuyo esplendor tuvo lugar entre los s. X-XIII y que constituye una de las mayores concentraciones monacales de Europa Occidental. Atraídos por un clima más suave que le de la Galicia inferior y menos húmedo, comenzaron a poblar los montes y dando lugar, a partir del s. VII, a una auténtica colonización monástica que se vió tremendamente favorecida por las reformas monacales y el descubrimiento de la tumba del Apóstol.
Pero si observamos el trazado de las vías de peregrinación, observamos que la Ribeira Sacra no se encontraba entre las principales de modo que la "explosión demográfica" obedecía a un intento de salvar las inclemencias climatológicas invernales del camino francés, tratando desesperadamente de "esquivar" las nieves de Pedrafita do Cebreiro, dando orígen al Camino de Invierno.
La presencia romana en la región fue decisiva por varios motivos, entre ellos por la introducción de cultivos como la vid y el olivo. De este modo, siglos más tarde, los monasterios se convirtieron en centros de producción agraria, así como en centros de jurisdicción civil y penal sobre muchas aldeas.


La primera parada nos llevó hasta el Monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil (hoy reconvertido en Parador Nacional) el mayor y mejor conservado.
Su orígen se remonta a una pequeña comunidad fundad en el s. VI por San Martiño Dumiense y el actual monasterio (desl s. X) contiene una mezcla de estilos que abarcan desde el románico al estilo renacentista y gótico pasando por el barroco. Sólo se puede visitar los 3 claustros (románico, gótico y renacentista), la iglesia y un centro de interpretación (el resto es sólo accesible a los clientes).


Dice la leyenda que durante los siglos X-XI se retiraron almonasterio 9 obispos (hecho que se ve reflejado en las 9 mitras del escudo).


El más pequeño de los claustros (de estilo renacentista) se denomina "Do Viveiro" porque albergaba una enorme fuente que ocupaba toda la superficie del patio, y en él criaban lampreas, truchas y otras especies traídas de los ríos Sil y Miño, de modo que siempre disponían de pescado fresco. Contaban además los monjes con cotos de pesca en algunas zonas del río y el control de algunos pasos de barcas, donde se cobraba a los caminantes a excepción de aquellos que trabajaban para el Monasterio o acudían a él para tributar.

El "Claustro Dos Bispos" (el más antiguo) fue construido en honor de los 9 obispos y tiene el cuerpo inferior románico:

La Desamortización de Mendizábal en el s. XIX supuso el fin de su actividad eclesiástica.




Seguimos hasta el Monasterio de Santa Cristina Ribas de Sil, de orígen románico (s.X) asentado entre castaños mercenarios. Perteneciente a la orden Benedictina, los monjes vivían del cultivo de la vid y los castaños. A partir del s.XII cedieron tierras a los campesinos a cambio del pago de una renta; consiguieron protección papal y concesión de importantes privilegios reales, llegando así a convertirse en uno de los más importantes de la Ribeira Sacra durante la Edad Media.
La entrada se orienta hacia el oeste, mientras que el ábside lo hace hacia el este, cumpliendo con la simbología cristiana: entramos desde las tinieblas y el pecado y avanzamos hacia la luz.
Su torre campanario servía para llamar a la oración y como punto de vigilancia y torre defensiva.
Tan sólo se conservan 2 alas del monasterio, medio derruido, y en sus paredes aún pueden verse algunas lápidas sepulcrales de los abades así como restos de pinturas en el ábside.

Con el tiempo pasaría a depender del Monasterio de Santo Estevo y comenzaría un declive que tras la Desamortización lo transformaría en granja.

Y como era de esperar, yo desafié a la diputación como expoliadora de castañas (si es que no lo pued evitar, ja, ja).




Fin del viaje.


Y regreso a casa con una incómoda sensación: qué de cosas pendientes nos han quedado por ver.


Pero mejor quedarse con lo vivido y disfrutar del recuerdo, sabiendo que siempre habrá nuevas oportunidades para regresar a rematar todas las visitas pendientes, a disfrutar de la gastronomía gallega y de sus hermosos paisajes.


miércoles, 12 de octubre de 2011

5ª ETAPA: LOS PRETILES AUSENTES

Amanece con neblina y una leve bajada de las temperaturas.
Abandonamos Baiona en dirección a Portugal para visitar, justo antes de la frontera, el antiguo castro prerromano de A Guarda.
Tras abonar la entrada al Castro de Santa Tegra o Santa Tecla (poco más de 1 euro) avanzamos unos metros hasta que vemos asomar una palloza a la vuelta de una curva. El aire huele a eucalipto. Decidimos parar y al acercarnos al andén repentinamente aparecen los restos del antiguo asentamiento. Impresiona, porque no lo hemos visto hasta que lo hemos tenido encima.




Las viviendas están muy pegadas, pero dejan el espacio justo para pasar entre ellas. Hay decenas. Parece tener una disposición caótica, aunque en realidad responde a un urbanismo racional, con pallozas agrupadas en viviendas y almacenes en torno a minúsculas plazas. Incluso hay escalones en las callejuelas para salvar las pendientes y canales de evacuación de aguas.
El recinto amurallado está situado en las inmediaciones del río Miño, en el punto más alto del monte (cuya pendiente ofrecía un apoyo defensivo) y frente a la costa atlántica, lo que da idea de su estratégico enclave. Su origen se remonta al siglo I a.C. La población subsistía de una economía básicamente agrícola, complementada por el marisqueo y la pesca, y con una importante actividad comercial, dada su situación geográfica.



Todas las edificaciones son circulares (según la creencia, al carecer de esquinas los espíritus no quedaban retenidos en el lugar), excepto algunas cuadradas que corresponderían a la época de invasión romana. Las pallozas contaban, por lo general, con un vestíbulo donde se acomodaba el horno, y los dinteles de las puertas solían estar decorados con trisqueles y demás incisiones geométricas.



Tras hacer un par de fotos regresamos al coche, momento en que la niebla comienza a cubrir el castro, de modo que el resto de la ruta avanza entre la bruma espesa, lo que nos obliga a acelerar la visita. Por desgracia, los miradores sólo ofrecen el sonido de la olas rompiendo. No se divisa nada más que un vacío blanquecino.



Pasamos por el centro de interpretación para ver parte de los utensilios, vasijas y monedas descubiertas en las excavaciones, que tanta información ofrecen sobre el modo de vida y de la historia del castro: molinos manuales que hablan de una dieta basada en cereales, hachas y hoces que atestiguan su pasado agrícola, anzuelos, restos de orfebrería, pesas de telares, etc, así como monedas romanas y vasijas que evidencian su actividad comercial.



La niebla nos deja estampas como ésta del via crucis que sube hacia la ermita, más propia de una procesión de la Santa Compaña...



Seguimos camino hacia Orense. Queremos llegar a buena hora a la casa rural porque no sabemos en qué condiciones estarán las carreteras en la Ribera Sacra. Y parece que la intuición no nos falla....
Tomamos el desvío de Os Peares... pero el mapa no resuelve mucho. Nos perdemos. Nos volvemos a encontrar, "parece que es por esta carretera...", pero resulta ser un camino privado que reza "no nos responsabilizamos, bla, bla..." uy-esto-huele-raro. Resulta ser una carretera de servicio de la Compañía Eléctrica y unos metros más adelante nos encontramos un enorme pie de hormigón que sustenta una torre de alta tensión, obstaculizando el camino. Pensamos en retroceder, pero parecía tan evidente que es el camino correcto... hast que vemos que "a la vuelta" de la torre el camino sigue. No hay letreros ni nadie a quien preguntar.
A partir de aquí el viaje se convierte en un sinvivir: avanzamos por un camino asfaltado que discurre en paralelo a la orilla del Sil con el miedo de encontrarnos 20 km más adelante con que nos es la ruta correcta (o que el camino termine)y haya que dar la vuelta. Pronto comienzan los ascensos, las curvas, algunos letreros de desvíos a aldeas, pero mi mapa sigue mudo (gracias por nada, señor Michelín!). La carretera no es precisamente ancha ni el asfaltado regular, no hay líneas blancas que delimiten los arcenes (Jesús bendito! ¿cómo será conducir por aquí de noche?) y por supuesto... ¡sin pretiles! en las curvas.
¿Qué problema tiene este puñetero país con los pretiles?!!!! ¿En qué se gasta el presupuesto destinado a Obras Públicas? No es la primera ... y sospecho que tampoco la última carretera de montaña que encontramos con este problema.



Me pone nerviosa no pder seguir la ruta sobre el papel, pero no queda otra. Nos provoca una tensión tremenda (encima el "piloto" tiene una "urgencia", pero ¡cualquiera se para!) así que NO disfrutamos en absoluto del paisaje (que supongo que debe de ser precioso, aunque en estos momentos no estamos para valoraciones).
Seguimos adelante (con la duda de si vamos por el camino correcto) gracias al maravilloso invento del GPS. Tampoco figuran los nombres de las aldeas que pasamos de largo, pero al menos nos sigue guiando hacia la casa. Sin él no hubieramos llegado hasta aquí.



Se suceden las curvas, los desvíos y algún que otro coche con el que nos cruzamos (apenas 2 o 3, gracias a Dios) hasta que por fin llegamos a Crsitosende una hora y pico después (50 km).
Me pregunto cómo hay señales que prohiben ir a más de 70 por hora, ¡¡si con esos trazados no hay quien pase de 60!!



La Casa Grande de Cristosende es la típica casona de piedra y madera rehabilitada, decorada con encanto y con una bonita galería acristalada con sofá y butacas.

Descansamos un par de horas antes de bajar a cenar. Al menos tuvimos el acierto de reservar una casa con cenas porque si tuviéramos que salir a cenar a una aldea de las inmediaciones...



Auténtica cocina rural regada con un vino "Ribeira Sacra" casero, muy suave.



Si alguien se anima a venir por esta zona... por favor, que se haga con un buen mapa del ejército!!



jueves, 6 de octubre de 2011

LAS GAVIOTAS MEJOR ALIMENTADAS DE GALICIA

Desayunamos fuerte para coger fuerzas porque hoy toca "senderismo". El desayuno del Parador es uno de los más variados que he visto, comenzando por el curioso depósito con grifo del yogur Activia y por el amplio surtido chocolatero.

Ponemos rumbo a Vigo. Ya es mala suerte: decidimos dormir en Baiona precisamente porque es uno de los 3 únicos puertos desde los que hay salidas a las íslas Cíes, y da la casualidad de que las salidas desde Baiona terminaron hace ¡¡4 días!! Menos mal que Vigo está a 30 minutos en coche...


Dejamos el coche en el párking robotizado del puerto de Vigo, el primero que he visto.
Una experiencia divertida porque tras entrar en la cabina el ordenador comenzó a dar instrucciones como loco por megafonía: "ponga el freno de mano", "meta primera", "quite la antena", "abandone la cabina"... No esperábamos ese bombardeo de órdenes, así que fue una carrera contrarreloj "¿tienes la cámara?" "abre el maletero, que cojo la cazadora", "espera, me falta la gorra" y sigo sin entender por qué nos pusimos tan nerviosos XDDD

Una maravilla comprar las entradas para Cíes sin colas (absolutamente nadie en el mostrador) cuando en agosto son interminables, según me han dicho.

Subimos a la cubierta del catamarán para no perder detalle de la travesía; está abarrotada mientras la cubierta inferior está completamente vacía :)


Menos mal que venimos preparados: jersey, pañuelo al cuello, cazadora y protección solar. El frío en cubierta ha pillado desprevenidos a algunos incautos que vienen en manga corta y chanclas, engañados por el día tan despejado y soleado que tenemos.



Por fin desembarcamos en las islas y comienza el paseo, tras hacer acopio de bocadillos y bebidas en la cafetería. Nos decantamos por la ruta más larga (ruta Faro da Porta, 3'5km) y de mayor desnivel (175 m). La Playa de Rodas es preciosa, de arena blanca y aguas limpias, larga (une 2 de las islas) y tranquila (al menos en esta época del año). El periódico The Guardian la nombró mejor playa del mundo en el 2007. Supongo que habrá cientos de playas paradisíacas repartidas por el mundo, pero ésta no tiene nada que envidiales.


Las Cíes son en realidad un archipiélago formado por 3 islas, y cuenta con otras playas (incluída una nudista), además de una fauna y flora muy ricas. Como dato curioso, recordar que ya se hacía mención de esta ría en "Veinte mil leguas de viaje submarino". (El capitán Nemo pareció haber concluído su relato, que, lo confieso, no veía yo en qué podía interesarme. "¿Y Bien?- le pregunté. "Pues bien, señor Aronnax, estamos en la bahía de Vigo y sólo de usted depende que pueda conocer sus secretos").

Paramos a comer a medio camino y pronto recibimos las primeras "visitas". Dos gaviotas remolonean indecisas pero pronto una de ellas se hace con el control de la situación y consigue espantar a la otra. Son osadas, desde luego; se nota que están acostumbradas al trato con humanos y se acerca a picotear las migajas que dejamos. Los trozos de pan van aumentando de tamaño; se la ve feliz :) Y no es la única, porque otra compañera se acercó merodeando a nosotoros a la salida de la cafetería, al olor de los bocadillos. Desde luego la base de su dieta no se limita en exclusiva al pescado blanco, ja, ja.




Llegamos al faro acalorados, tras algo más de 1 hora de marcha ligera, con la ropa de abrigo anudada a la cintura mientras pensamos lo bien que vendrían unas taquillas junto a la playa.
El sol luce radiante, acribillando nuestra piel (bendito FPS 50). Las vistas son impresionantes.


Cuelgo la siguiente foto a petición exclusiva de cierta persona (espero que sepa valorar el detalle), mal que me pese; supogo que algo tendrá que decir en la sección de comentarios...

Emprendemos el camino de regreso.



Hacemos tiempo sentados entre los pinos, junto a la playa, momento que aprovecho para remangarme los vaqueros y hacer acopio de valentía:

Sorprendentemente el agua no está tan fría como esperaba. Al menos no está helada. Y aunque tuve la precaución de traer puesto el bikini (por si acaso), de momento me conformo con remojar los pies (hay varios bañistas, pero por desgracia no soy tan valiente).

De regreso al embarcadero, y como siempre, aparece alguien dando la nota: acaba de bajar a tierra una joven con unos comodísimos tacones de aguja. Apropiados tanto para venir a la playa como para caminar por los senderos de la isla, ja, ja.

La vuelta a Vigo se hace pesada: el hombro abrasa los hombros y la nuca (mi marido, como siempre, sin gorra ni protección solar).

Llegamos al hotel agotados, momento ideal para un relajante baño de espuma bien caliente. Benditas sean las bombas de baño de Lush.

sábado, 1 de octubre de 2011

DE LOS PROBLEMAS CON EL ALBARIÑO Y UNA DECEPCION

Salimos de Santiago por la tarde y reanudamos el camino hacia Cambados.
El Parador conserva ese aire señorial y decadente de las antiguas casonas blasonadas; en este caso ocupa el Pazo de Bazán, del s. XVII, mandado construir por el clérigo Pedro Bazán Torres (tío lejano de Emilia Pardo Bazán). Y si no fuera por los frondosos árboles de la entrada, tendríamos unas magníficas vistas al mar.

Siguiendo la recomendación de la oficina de turismo (a escasos metros de la puerta) nos acercamos al barrio pesquero de Santo Tomé (desde mi punto de vista, no merece el largo paseo). Deshacemos el camino para visitar el casco antiguo, y aunque hay calles y edificios interesantes, lo cierto es que me esperaba algo más.


Pasamos ante el Pazo de Fefiñanes (principal tesoro de la villa, de impresionante tamaño). Fue construido por un consejero de Felipe II y se convirtió en la casa de los vizcondes de Fefiñanes en los siglos XVI-XVII.


La misma plaza alberga la iglesia de San Benito (de la misma época que el Pazo), en la esquina opuesta.

Supongo que quizás sea el cansancio que arrastramos de Santiago, o que no hemos sabido valorar en su justa medida a esta conocidísima localidad costera.


Regresamos al hotel, donde disfrutamos de su excelente cocina. Mi "caldo marinero" resucitaría a un muerto; denso y contundente, con abundantes tropezones de marisco y migas de pescado. Realmente sabroso.
Aunque lo peor de todo es, sin duda, lo tremendamente rápido que se "sube" el Albariño por estas tierras (o que mi equipamiento enzimático para metabolizar el alcohol viene defectuoso de fábrica).



Martes 19 septiembre.


Dejamos atrás Cambados en dirección a Pontevedra, haciendo una parada en Combarro. No defrauda la villa marinera. Imagino que en plena temporada estival es imposible pasear por su casco histórico, pero septiembre ofrece una absoluta tranquilidad.

Las casas del muelle son tremendamente singulares, alineadas y con su hórreo respectivo (se conservan unos 30) ante ellas, bien pegados al mar, dejando entre uno y otro el espacio suficiente para improvisar un angosto embarcadero. Su función era la de almacén de aperos de pesca así como secaderos de boquerones, sardinas y demás pescados. Inevitable pensar lo estupendo que debe de ser cenar en un lugar como éste de la fotografía:

La localidad fue declarada "Conjunto de interés artístico y pintoresco" en 1972. Al parecer, esta agrupación característica se debe al intento de aprovechar al máximo las tierras fértiles, lo que motivó la construcción de las casas al mismo borde del mar, apiñadas y acopladas en el terreno rocoso. Las callejuelas posteriores esconden multitud de rincones agradables, placitas diminutas y típicos cruceiros.

Continuamos hasta Pontevedra para visitar su precioso casco histórico repleto de plazas encantadoras. Las ruinas de Santo Domingo corresponden al convento construido en 1382 (gótico gallego). Cárcel de mujeres, hospicio, escuela de párvulos... hasta verse inmerso en el ruinoso estado que tiene hoy. Más aún, se cuenta que a mediados del s. XIX se utilizaron parte de sus materiales para el pavimentado de las calles. Menudo sacrilegio. Los múltiples intentos de derribo por parte de las instituciones se ven frenados (por fin) en 1895.

Multitud de casas blasonadas y edificios bien conservados asoman a lo largo del paseo.


Destacaría en especial el encanto de sus plazas: la Praza da Ferreria, la de la Verdura,etc... Escogemos la recoleta Praza da Leña para hacer un alto en el camino y picar algo rápido (unas ricas navajas y un revuelto de setas regados con una cerveza bien fría). Se denomina así por ser la zona donde se vendía la leña antiguamente:

Reanudamos camino hasta Baiona.

El acceso al Parador Nacional Conde de Gondomar es precioso, atravesando los jardines "encajados" en el recinto amurallado. La localización es inmejorable, en lo alto de una península rodeada de pinos y con vistas al mar y al pueblo. Es un edificio enorme, a medio camino entre fortaleza y casona señorial.


Ya existía la muralla en el s. II a.C. Fue albergue de Almanzor (se desconoce si antes o después el saqueo de Santiago de Compostela) para reconvertirlo tras la Reconquista en muralla durante las guerras hispano-portuguesas y terminar por convertirse en la sede del gobierno de la villa en època de los Reyes Católicos, albergando el castillo del gobernador, el Consistorio y el convento franciscano. Dicen que Baiona ostenta el privilegio de ser la primera villa en recibir noticias de la aventura de Colón: aquí atracó La Pinta antes de que La Niña lo hiciera en Lisboa.

Llegaron después los saqueos del pirata Drake, a los que puso freno el joven conde de Gondomar, que sería nombrado gobernador perpetuo de Felipe II en estas tierras (además de gobernador de Valladolid y embajador ante Francia, Inglaterra y Alemania).



Cuenta también la leyenda que en la Torre del Príncipe habitó, un vástago de la dinastía de los Austrias que ocultaba su identidad con una máscara de hierro, en cuya historia se inspiró Alejandro Dumas para escribir su novela.


El hall es impactante: una enorme escalera de piedra presidida por dos armaduras nos transporta mentalmente a una época de palacetes y escudos blasonados.


Dejamos las maletas y nos vamos a pasear por el recinto: el olor del mar, la brisa y el paisaje son ideales para desconectar al 100%.

La cena, como siempre, a la altura de lo que ofrece "Paradores"; mis vieiras con picadillo de verduras entran por los ojos nada más llegar a la mesa, lo mismo que las filloas rellenas de manzana. El Albariño, de nuevo, nubla el sentido.