sábado, 1 de agosto de 2009

TOKIO (5)

El viaje va llegando a su fin. Decidimos acercarnos al parque Ueno y visitar un pequeño museo que no es demasiado conocido.
El parque es enorme; no llegamos a internarnos en él, pues el museo está en un lateral. Pasamos junto a las tiendas de campaña de los "sin techo" tokiotas. Había leído acerca de ellos pero impresiona verlos de cerca. Son en su mayoría víctimas de la anterior crisis económica que sacudió al país, allá por los años 80, muchos de ellos ancianos que se niegan a perder su dignidad y que rehúsan pedir por las calles, que mantienen en orden su "espacio" e incluso se descalzan antes de entrar, dejando los zapatos junto a la entrada. Una estampa que supongo a ningún turista le gusta ver; preferimos mantener los ojos cerrados y retener en la retina y en el recuerdo sólo aquello que nos resulta bello.
Pero es real.

Llegamos al museo Shitamachi, una pequeña joya (al menos para nosotros) que nadie suele recomendar. Supongo que hay muchos museos interesantes e infinitamente más conocidos; deduzco que hubiera sido más lógico acercarnos a una pinacoteca o algún otro museo donde ver las maravillas del arte japonés (que son muchas). Pero decidimos seguir un instinto. No me arrepiento.
Es un pequeño museo donde se reproduce el modo de vida en el área de Shitamachi (un barrio obrero de la época Edo) en los años 20. La gracia del museo estriba en que "se puede tocar". Corrijo: "se debe tocar". Nada más entrar se nos acercó un amable anciano que se ofreció a ser nuestro guía particular. Un voluntario que estaba encantado de explicarnos en inglés las costumbres de la época y que nos invitó a descalzarnos para entrar en cada recinto.
Reproduce una vivienda (me faltó tiempo para "colarme" dentro, decidida a no perderme una experiencia tan curiosa; incluso me calcé las "geta" que se ven en la esquina izquierda de la foto-qué raro resulta caminar con ellas-),
el taller de un calderero, una diminuta tienda de juguetes y dulces o la del fabricante de cordones de geta. Se pueden ver colgados en la pared, así como el cestillo que acostumbraban a colgar del techo con los enseres necesarios para salir corriendo en caso de terremoto en busca de refugio. No faltaba detalle: las cajas para almacenarlos, el rincón (cómo no, con la mesita y el té siempre a punto) para cerrar el negocio con el comprador....
En el piso de arriba, un bar tradicional, decenas de juegos que otra voluntaria nos invitó a probar y decenas de fotografías y planos del área. Un museo que quizás no figure entre los imprescindibles, pero que nos resultó muy entrañable.
Y del Tokio más tradicional pasamos de nuevo al más moderno, con sus edificios vanguardistas (me encantan). Ginza y Omotesando están salpicadas de originales propuestas arquitectónicas (al menos a mí me lo parecen) ocupadas por las mejores firmas de moda: Bulgari, Dior, Kenzo... Como este edificio de pavés:

el de Mikimoto, con su característica fachada rosa:

o el original diseño del conocido Toyo Ito para Tod's, donde las líneas rectas y diagonales se entrelazan formando una imagen que recuerda las ramas de un árbol (inspirado, al parecer, en la arboleda de Omotesando).
Y a última hora de la tarde del nos encontramos por casualidad con un espectáculo digno de mención que nos dejó con la boca abierta. La pena es no haber grabado un vídeo, porque lo chocante no son las imágenes sino el audio.
Calle abajo surgió un grupo de manifestantes (gracias a Dios la pancarta era bilingüe, así que pudimos enterarnos de que clamaban por la "integración, no discriminación" de los extranjeros residentes en el país) que de repente y para sorpresa nuestra empezaron a corear a través del megáfono La Internacional ¡en español!. Ja, ja. Totalmente surrealista.
En serio, que lástima que no podáis escucharlo.
Eso sí, una manifestación absolutamente controlada y "custodiada" por 2 coches patrulla y los preceptivos policías. Todo muy protocolario. Muy japonés.

Y el día va llegando a su fin. Atrás van quedando multitud de recuerdos, retales de conversaciones que nos han mostrado un país que difícilmente hubieramos podido descubrir nosotros solos.
Como el día en que Mineko nos habló acerca del conflicto entre Corea y Japón. Según su versión, mientras Corea siente un odio visceral hacia Japón , alimentado en las propias escuelas (la hija de una amiga suya coreana le preguntaba: "¿por qué en mi colegio me dicen que sois malos si a mí tú no me lo pareces?) Japón descartó educar en el odio y en el rencor a su población después de lo acontecido en la 2ª Guerra Mundial. Había una pregunta obligada: cuáles eran los sentimientos de la población hacia los EEUU. Contestó que ellos no odian a los americanos, sino que odian la bomba atómica. ¿Una respuesta políticamente correcta? ¿o realmente sincera? Prefiero pensar lo segundo.
O cuando Masaharu nos contó que estaba prohibida la enseñanza de la religión en las escuelas. Los kamikazes que estrellaban sus aviones lo hacían por los dioses y la patria, de modo que llegó un día en que decidieron que era el momento de dejar la educación religiosa en manos de la familia. Para evitar intereses creados o contaminaciones mentales. Una decisión de lo más pragmática.
Nos despedimos de Ginza con esta bonita estampa nocturna. La ciudad bulle de actividad.
Atrás quedan las japonesas y su caminar tan peculiar, con las puntas hacia adentro, ya que según nos explica Jose Luis, se considera sexy. Dice que en el manga caminan igual (será cuestión de fijarse). Con sus zapatos siempre holgados. Y siempre impecables.
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El autobús nos lleva ya de regreso al aeropuerto. Por el camino, dos nuevas sorpresas: un IKEA y, aún más sorprendente: un Carrefour!!
Ha sido una semana intensa en la que hemos descubierto un país fascinante que nos deja con ganas de más.
Pero eso será en el próximo viaje.
Sayonara.

11 comentarios:

Elphaba dijo...

¿Sabes que uno de los dos museos en los que me he fijado para ir es el Shitamachi? El otro es el museo de Edo, que según dice es una recreación del Tokio de la época Edo, tal y como eran las calles y todo.
Ya estoy en plena cuenta atrás.

anele dijo...

Qué casualidad!! Yo me quedé con ganas de ver el museo Edo, pero tenía tantas cosas anotadas en la Moleskine que era imposible hacerlas todas. Se me quedaron tantas cosas pendientes..., pero bueno, ahora muchas de ellas podré verlas a través de tus fotos y de tu experiencia. Al fin y al cabo es otra forma de viajar.

Pues nuestro guía nos dijo que no era nada del otro mundo. Claro, es como si tú vas a ver un museo de la casa andaluza, con recreaciones de las estancias, el patio,... para tí es lo más normal del mundo. Lo has estado viendo toda tu vida.
Pero a mí me resultó muy curioso, y el remate fue tener un guía tan entregado sólo para nosotros dos, explicándonos todo con pelos y señales. Qué hombre más majo!!

Ay, Marisiña, que el calendario corre muy deprisa y cuando te quieras dar cuenta estás en pleno Shinjuku!!! Qué emoción!!

Geno dijo...

Anele, gracias por llevarnos de la manita en tu viaje por Japón. Me he encantado el museo Shitamachi. Ahora esperaremos el viaje de Elphaba para seguir conociendo Tokio

chema dijo...

tuvisteis buen criterio en elegir ese museo, es muy interesante ver cómo era una casa japonesa por dentro décadas atrás, cómo vivía la gente...
los japoneses parecen gente tranquila, no me los imagino 'odiando' a nadie a pesar de las afrentas que hayan podido recibir a lo largo de su historia.

me ha encantado toda la crónica de tu viaje, anele! casi me da pena que se acabe...

Inma dijo...

Me parece más interesante este museo que otro del que probablemente no habrías entendido mucho. ¿no?
Me gusta que contéis vuestros viajes, porque como dice Anele, es otra forma de viajar.
Me gusta mucho la arquitectura y por lo que veo Tokio es una ciudad muy espectacular.
Elphaba saca fotos de todo, pensando en nosotras.
Ahhhhhh y de escolares de uniforme aunque no sé cuando empezará el curso escolar.

Elphaba dijo...

Yo haré fotos de todo, que para eso me he comprado dos tarjetas más de memoria, y mis amigas también irán armadas. Voy a fotografiarlo todo. Voy a buscar a Nagase si hace falta para echarle una foto.

Susana dijo...

Me ha encantado el relato de tu viaje. He disfrutado muchísimo, me parecía estar allí. De hecho has despertado en mí el interés por esa cultura que hasta ahora no me atraía mucho.
Si algún día me decido (y ahorro) a hacer ete viaje ya sé qué cosas me apetece ver.
Gracias Elena.

BLAS dijo...

Me ha encantado la visita a ese museo. Este tipo de lugares recreando una época y una forma de vida me gustan muchísimo. Lo he visto en vários lugares que he visitado y es lo que mas me llama la atención, ya que te metes de lleno en el contexto, casi sin necesitar la propia imaginación (aunque inevitablemente, ésta siempre va por su cuenta, claro está). Había observado mucho que en los mangas, o en los doramas, las chicas jovencillas suelen meter los pies hacia dentro, pero no tenía ni idea de que era porque les resulta algo sexy, me ha parecido muy curioso. Me ha encantado que compartieras tu viaje con nosotros, porque como dice Inma, es otra manera de viajar, y estas crónicas resultan interesantísimas, mas aun si cabe, porque solemos compartir intereses parecidos ya que conocemos un poco las maneras de pensar de unos y otros.
Lástima que ya se haya acabado la tuya porque vaya si la he disfrutado!
Besos!

anele dijo...

Me alegro de que os haya gustado.
Pues Susana, a mí me pasaba como a tí: en realidad era una cultura que me atraía pero no en exceso. Hasta que empecé a profundizar de cara a la preparación del viaje y cada vez me iba enganchando más y más.
Pero lo bueno es que ahora tenemos por delante un montón de crónicas viajeras; estoy deseando empezar a leer vuestras experiencias con los vikingos, con los romanos y de nuevo con los japoneses.
Ahora que terminé el mío, es la hora de viajar desde el sillón de mi casa. Os paso el relevo. ¿Quién da la vez?....

Elphaba dijo...

Atacaíta estoy :D

BLAS dijo...

Elphaba, no se te nota, nada, nada, nada... xDDDDDDDDDDD
(Pd.: ¿Te apetece llevarte a mi suegra?)