Aprovechando mis 2 días libres, ayer tocó visita cultural.
Teniendo en cuenta que me encanta el impresionismo y que el Museo D'Orsay es el que más me gustó en mi visita a París hace más de 15 años, no podía dejar pasar la exposición que nos ofrece la Fundación Mapfre en el Paseo de Recoletos.
Impresionismo: un nuevo Renacimiento nos acerca
algunas de las obras más emblemáticas del citado museo.
Es evidente la influencia velazqueña en alguno de los cuadros, como
Arreglo en gris y negro nº 1 (también conocido como Retrato de la madre del artista), de Whistler, o
La dama del guante de Carolus Duran; o el famoso
El Pífano de Manet (inspirado en el retrato del bufón Pablo de Valladolid).
Muchas de las obras expuestas fueron rechazadas en el Salón de París (como El Pífano), la cita artística anual más importante del mundo. Afortunadamente el tiempo les ha dado el lugar que merecen.
Algunas, con aparente estética clásica, dejan entrever ciertos rasgos de modernidad en el uso de

los colores, la composición, etc... como en las obras de
William Adolphe Bouguereau que ha supuesto para mí un gran descubrimiento.
Me hipnotizaron tanto su
Nacimiento de Venus como la bellísima
Virgen de la Consolación, con el aspecto marmóreo de sus pieles, la expresividad de sus rostros y el milimétrico detalle de sus trazos.
Me declaro su más ferviente admiradora desde ayer, tras haber curioseado por la Red en busca de otras obras del artista.
Resultaba tentador acompañar el post de los famosos cuadros por todos conocidos (El columpio

de Renoir, la
Clase de danza de Degas, Pisarro,
Monet, ...) pero prefiero centrarme en otros que para mí eran desconocidos hasta ayer.
Ocupando un lugar especial: los
Acuchilladores de parqué, de Gustave Caillebotte, que me llamó tanto la atención en mi libro de Historia en la EGB, con su juego de luces y brillos. Rechazado en el Salon de 1875 por considerarlo un "tema vulgar". Por fin he podido verlo en directo. Tan realista.
Como
La cosecha, de Jules Bastien Lepage y su

perfeccionismo, patente en las venas de las manos e incluso en la roña bajo las uñas, más próximo a la fotografía que a la pintura.
Como su vecina La Espigadora de Jules Breton, justo enfrente, con su porte altanero.


O la no menos llamativa
La Verdad, de Jules Lefebvre.
Tan sólo una objeción: la mala iluminación de algunos lienzos (¡la de vueltas que dí alrededor de La dama del guante huyendo de los brillos!).
Si pasáis por Madrid antes del 23 de abril y os gusta la pintura, no dudéis en pasar por allí. La muestra es gratuita (y por tanto, dependiendo de la hora de llegada, os tocará hacer cola).
Para el resto, os adjunto el link a la muestra por si queréis dar un paseo virtual: