El día comienza con un buen desayuno y cara de asombro.
Un milagro que no se me haya indigestado el desayuno con la impresión.
Camino del Obradoiro nos cruzamos con decenas de universitarios (estamos junto a la facultad de Medicina), lo que nos recuerda que Santiago de Compostela arrastra una poderosa tradición universitaria.
Estas instalaciones datan de los años 40 (aunque tiene más de 2 siglos de antigüedad)
Pero no nos prestemos a engaño: de apariencia antigua pero acorde a los tiempos modernos, con servicio de compras, de entrega a domicilio, descuento del 5% estudiantes y página web que facilita la compra por internet.
Sin duda uno de los más pintorescos que he visitado.
Ahora toca la visita a la Catedral, para lo que nos dirigimos a la plaza de Platerías (antigua sede del gremio de plateros). Imposible contemplar la famosa Berenguela (totalmente tapada por obras) en la Torre del Reloj o de la Trinidad. Aloja un reloj de una sola aguja y la famosa campana mencionada (que recibe su nombre del arzobispo Berenguer Landoira), cuyo sonido, dicen, se puede escuchar "en 5 leguas a la redonda". Robada por las huestes de Almanzor (y llevada hasta Córdoba a hombros de prisioneros cristianos) regresaría tiempo después (esta vez transportada por prisioneros musulmanes). Hace años se rompió y la actual es tan sólo una réplica. Al menos nos ha permitido escuchar su tañido...
Accedemos al templo por la puerta de Platerías.
Han sido 3 los santuarios que se han levantado sobre la tumba de Santiago : la iglesia del s. IX, la basílica del s. X (y posteriormente destruida por Almanzor, quien tuvo la desfachatez, según cuentan las malas lenguas, de permitir a su caballo abrevar en la pila bautismal; el animal "reventó" allí mismo por este bautismo indebido) y la actual Catedral (de los s. XI-XII, construida en 100 años).Impresiona su órgano, el coro, los bajorelieves, las tallas en madera que decoran las capillas, las tumbas, su capilla mayor... todo. Por desgracia, el Pórtico de la Gloria "también" estaba en obras, así que ni la primera sonrisa del románico (la estatua del profeta Daniel), ni la huella palmar desgastada en la columna, ni el Santo dos Croques, ni nada de nada. Lejos de considerarlo un contratiempo, prefiero pensar que se ha convertido en una excusa para regresar.
El templo está lleno de gente escuchando misa de 12, así que aprovechamos para pasar por el camarín y abrazar al Apóstol. Apenas hay 5 personas haciendo cola; subimos la estrecha escalinata y nos encontramos frente a la nuca de santo apóstol. Impresiona la perspectiva, con la nave principal de frente y los bancos llenos de feligreses y visitantes mirando hacia acá. Me siento algo violenta (aunque estoy segura de que ni me ven) y no me atrevo a cumplir con la tradición, cambiando el abrazo por una pasada de mano por la espalda. Bajamos a la cripta para ver la arqueta de plata que contiene las reliquias del santo.
Una se siente abrumada al pensar en los millones de personas que han pasado bajo estos arcos a lo largo de la historia: ricos y pobres, forasteros, enfermos esperanzados, peregrinos extenuados, descreídos, reyes y campesinos, mendigos... Serán cosas mías pero siento una energía especial (o serán las mariposas del estómago). Pero de vuelta a Platerías nos sentamos en un peldaño de la esquina para escuchar a unos músicos callejeros que tocan una conocida melodía clásica (que por desgracia, días después, soy incapaz de recordar) y me dejo llevar por los acordes mientras admiro la portada y los muros, y no puedo evitar que asome una lágrima.
Continuamos callejeando hasta el precioso claustro del colegio de Fonseca (hoy sede de la biblioteca universitaria).
Las calles huelen a marisco y empanada, un olor que alimenta; imposible abstraernos, así que hacemos un alto en el camino para recuperar fuerzas con unos mejillones al vapor y un pulpo con cachelos.
4 comentarios:
Voy a declarar algo increíble: No conozco Santiago.
Uno de esos lugares cargado de historia, maravillosos y de los cuales estoy segura de que me costaría olvidarme, pero aun no fui. Y estoy deseándolo.
Mercados de Abasto, edificios, catedrales, monasterios, pórticos, calles centenarias.
Una ciudad imprescindible a la que tengo que ir ya o ya mismo.
Magnífico viaje, Anele. Estupendo post.
Besos!
Estupenda crónica que me hace sentir remordimientos por no ponerme ya con la mía.
Cuando he leído lo de las uñas me he acordado de uno que se presentó en la comunión de mi sobrina con unos zapatos superpijos con toda la pinta de zapatillas de andar por casa ¡otra fashion-victim! jajajaja
Bss
Cloti
Ainssss, que recuerdos! Muy bonito Santiago y muy buena crónica
¿Y a qué está esperando, Cloti? a este paso se te juntará con la del año que viene... no nos hagas esperar tanto ;)
Geno, sí que es bonita, ¿verdad?
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