miércoles, 27 de mayo de 2009

KYOTO (1º día)


El Hotel New Miyako está justo enfrente de la estación central de Kyoto, un gigantesco edificio de más de 10 plantas formado por 2 secciones (norte y sur) formando un complejo de 470 m de largo, siendo así la estación más larga de Japón. Construido en acero y cristal, el edificio alberga tiendas, pastelerías, restaurantes, cafeterías e incluso unos grandes almacenes (Isetan).
En la planta de calle confluyen la estacion de metro y de tren.
Una base de operaciones ideal porque aparte de estar bien comunicados tenemos a mano infinidad de sitios para cenar cerca del hotel.

Después de dejar las maletas en el hotel, cruzamos a la estación para comer antes de empezar las visitas. Mineko nos llevó a un restaurante occidental porque al ser el 1º día no quería arriesgarse con comida japonesa. Tuvimos que esperar un ratito; aquí es muy típico encontrar varias sillas a la entrada de los restaurantes para esperar sentado a que te preparen la mesa (supongo que porque con tanta gente siempre suelen estar llenos y a las horas convencionales es de lo más normal tener que hacer cola). En cuanto te sientan te traen una toallita húmeda (fría o caliente) para limpiarte las manos. A veces son toallitas de felpa pero cada vez está más extendido el uso de las industriales que vienen envueltas en plástico (pero nada que ver con las de los aviones, éstas son más grandes). Lo primero que te sirven es un vaso de agua con hielo (absolutamente en todos los restaurantes, lo pidas o no). Y al terminar te ofrecen té (siempre gratis), cómo no.
Les vuelve locos el té, lo toman a todas horas y es tan acusada su adicción que a todo le dan ese sabor: hay helado de té, chocolate, bizcochos, galletas, ...

Visita obligada al cuarto de baño antes de emprender la marcha; mi primera sorpresa: un TOTO en un baño público!! (TOTO es el ROCA japonés, ese famoso inodoro eléctrico calefactado y con chorrito de agua y aire). Sé que aquí lo tienen en todas las casas, pero no esperaba encontrarlos en una estación de tren.
Lo curioso es que en los baños públicos los de las señoras tienen un botón "extra" muy curioso. Al parecer a las japonesas les da apuro hacer ruido de modo que muchas de ellas tiraban de la cadena para amortiguar ciertos sonidos y observando que se producía un gasto de agua enorme optaron por incorporar un botón que reproduce el sonido de la cisterna con el fin de reducir el gasto de agua innecesario. Por cierto, un diez para los baños públicos: están por todas partes, en todas las tiendas medianamente grandes, en todas las estaciones de tren y están limpísimos.

Y por fin cogemos el bus hacia el Templo Dorado o Kinkaku-ji.



Fue construido por un shogun como palacete de descanso y posteriormente transformado en templo budista. Sus dos plantas superiores están cubiertas de láminas de oro y el interior de una de ellas tiene el suelo lacado (lástima no poder verlo). En 1950 fue incendiado por un monje con las facultades mentales alteradas así que hubo que reconstruirlo entero. El monje fue recluido en prisión y su madre terminó suicidándose abrumada por la vergüenza.
De todas formas es algo muy frecuente en Japón: casi todos los monumentos, templos, etc, son reconstrucciones de los originales, que al ser de madera han sufrido incendios o fueron totalmente destruidos durante la 2º Guerra Mundial.
Alrededor del templo se extiende un precioso jardín japonés. En días calmados en los que no corre aire, las aguas del estanque están tan quietas que el palacio se refleja en ellas como si fuera un espejo, ofreciendo una imagen de postal. ( No fue nuestro caso).

Después visitamos el santuario sintoista (en otro post hablaré de las 2 religiones coexistentes en Japón) de Kitano-tenmangu.
Está consagrado al estudio, pues se construyó en honor a Michizane Sugawara, hijo de una humilde familia que por su inteligencia y estudio llegó a ser ministro. Víctima de las envidias y conspiraciones, fue exiliado lejos de Kyoto. Tras su muerte se sucedieron varios desastres naturales que achacaron a su espíritu enfadado, de modo que construyeron el santuario para aplacar su ira.
Hoy es visitado por los estudiantes para pedirle suerte en los exámenes. A la entrada de los santuarios sintoistas siempre hay fuentes para purificarse antes de entrar a rezar. Con ayuda de los cacillos se lava primero la mano izquierda, luego la derecha y por último se enjuaga la boca.

Los estudiantes y demás fieles escriben luego sus deseos en unas tablillas de madera (ema) que colgarán en unos ganchos para que el espíritu de Sugawara lea sus plegarias.
Otra de las costumbres consiste en sacar al azar unos papelillos donde está escrita tu suerte. Puede ser muy buena, regular o mala. En el último caso se doblan los papelillos y se atan con un nudo en unos cordones para que los dioses se lleven lejos tu mala suerte.
Al parecer aquí salía bastante mala suerte, así que mejor no coger nigún papelillo, je, je.
Hay muchos tipos de ofrendas al santuario; muchas empresas y hombres de negocio ofrecen barriles de sake para obtener suerte en los negocios. En la foto se aprecian las pilas de barriles que suele haber en los santuarios.

Y llegó el turno de la ceremonia del té. Mineko nos llevó a una escuela donde nos hicieron una versión resumida (la ceremonia completa puede durar más de una hora) del sadó.
Después de descalzarnos en la entrada (es importantísimo ir bien surtido de calcetines en la maleta, porque hay que descalzarse en muchos sitios) pasamos al tatami donde nos ofrecieron el té y nos explicaron el proceso, a grandes rasgos. En este caso comenzó los preparativos un alumno (hay muy pocos chicos intresados en aprender la ceremonia) y prosiguió la maestra.
Es todo muy ceremonioso y protocolario (hay estudiantes que llevan más de 10 años y siguen sin dominarlo por completo). Cada movimiento, cada gesto, cada paso al entrar y salir de la sala, está perfectamente estudiado. Lo normal es sentarse sobre las pantorrillas pero ni siquiera muchos japoneses aguantan sentados así mucho tiempo, así que nos dieron permiso para sentarnos como quisiéramos (doy fe de que es imposible aguantar así sentado mucho tiempo).
Comenzaron sirviéndonos los dulces (encima de un papelillo), para matizar un poco el sabor del té después y que no se note tan fuerte.
En un rincón de la habitación hay un espacio (tokonoma) donde se coloca una caligrafía y un arreglo floral, que cambia según la estación del año. Como ya hemos visto en el cine, el cuenco se gira varias veces para ofrecerlo "de cara" a nuestro invitado, quien a su vez nos lo devolverá del mismo modo después de beber el té en 3 sorbos (¡ imposible ! ¡¡ estaba hirviendo !!).
Me sorprendió su sabor porque no me gusta demasiado el té, y sabía que aquí lo toman sin azúcar, pero no tiene nada que ver con el inglés, éste es mucho más suave. (De hecho, el último día en el aeropuerto aproveché para traerme 2 botecitos de té, porque imagino que aquí será imposible de encontrar).
Me encantó la maestra, muy risueña, dándonos todo tipo de explicaciones que Mineko se encargaba de ir traduciendo. Fue bastante distendido. Y al terminar la ronda me ofreció participar y me enseñó a preparar y ofrecer una taza de té. Sé que cometí un error tras otro, pero fue divertido porque no me lo esperaba. Así que ahí estaba yo, con la espátula de bambú y la escobilla batiendo el matcha:
A la salida nos pidieron que firmáramos con los típicos pinceles y la tinta china en un libro y nos regalaron unas grullas de origami (papiroflexia) fabricadas en los típicos papeles japoneses (washi) que son muy vistosos. Es un tipo de papel fino pero muy resistente y se fabrica siempre a mano.
Y después hemos bajado dando un paseo hasta el famoso barrio de Gion, mundialmente conocido por sus geishas. Mantiene el ambiente de la era Edo porque al parecer fue la única ciudad que respetaron los bombarderos norteamericanos. Da la sensación de que estás en la época medieval japonesa, con sus casas de madera, las puertas correderas con los paneles de papel de arroz,...
En el barrio hay muchos restaurantes y bastantes casas de té donde acuden las geishas a entretener a los clientes con su conversación, sus bailes y poemas o tocando el shamishen (el típico instrumento de cuerda de las geishas).
Tuvimos la inmensa suerte de encontrarnos de frente con una maiko, ya que normalmente aprietan el paso cuando ven a los turistas y se giran para que no les hagan fotos (las pobres deben de estar hartas), pero esta pobre no tuvo escapatoria, así que pudimos admirar de cerca el kimono, el maquillaje, ... e inmortalizarla con nuestras cámaras.
Las maiko son las aprendizas de geisha y llevan espectaculares kimonos de seda, de colores muy vistosos, con un elaborado maquillaje (que revela su año de estudio según tengan pintados en rojo ambos labios o sólo uno) y peinado (hoy en día creo que se les permite llevar peluca a las maiko más veteranas). Fue increible porque por muy acostumbrados que estemos a verlas en el cine y tv, se hace tan extraño obsevarlas de cerca con esos trajes tan llamativos en las calles de una ciudad moderna... es un poco surrealista.
Las geishas, sin embargo, van maquilladas "a la occidental" (no llevan maquillaje blanco), los colores de sus kimonos son más discretos y llevan el obi (cinturón) corto. De modo que deben ser más difíciles de distinguir del resto de japonesas que vayan vestidas al modo tradicional.
Al menos es la versión que yo tengo.
También vimos a una chica vestida en kimono, impecablemente peinada y maquillada (¿dónde aprenderán? yo quiero ir a esa escuela!!) esperando en una esquina móvil en mano, así que no pude resistirme a hacerle una foto robada. La tradición más pura y la tecnología, de la mano.

Paseamos un rato por las calles de Gion en una hora en que ya se empezaban a encender los farolillos, dándole un aspecto de película de Kurosawa.


De nuevo al bus 206 de regreso al hotel, a recoger las maletas y hacer el check-in, comprar unos sandwiches para cenar (no teníamos cuerpo para buscar restaurante) y caer rendidos en la cama (por fin!! hace algo más de 30 horas que me levanté de mi cama!!!).
La verdad es que hemos resistido mejor de lo que esperaba, y aunque sólo fuera por este día, la visita ya habría merecido la pena con creces.
Oyasumi nasai.

11 comentarios:

Unknown dijo...

Ohhhh me ha encantado Elena...genial....
Me encanta el tema Geisha ya he leido en algún blog sobre ellas y las maikos debe ser genial encontrarte con una por la calle.

BLAS dijo...

Qué maravillaaaaa!! Me encanta todo lo que has descrito. Si antes quería ir, ahora al acercárnoslo tú, más aún. Quieroooooo...
Sigue escribiendo por Diós, que te sigo de cerca aquí babeando...

Besos!!

chema dijo...

genial el reportaje de tu primer día, anele! es verdad, hemos visto geishas en fotos y en la pantalla, pero tiene que ser muy impactante verlas 'in situ'.
me ha encantado la foto en la que te preparas el té! qué complicado, para empezar lo de sentarse sobre las pantorrillas, que parece que no pero al minuto empiezan a dolerte los empeines (la parte interior del pie). y no digamos lo de beberse el té hirviendo en tres sorbos! :S uffff...

Inma dijo...

Me ha encantado la foto de la maiko. Llevan el kimono bajo por detrás del cuello porque se supone que es la parte más deseable de una mujer...como aquí, vamos...

Candela dijo...

Oh! Si supioeras que se me han saltado las lagrimas y todo de lo bien que lo explicas! Ha sido como estar alli! mas, mas, Todos queremos maaaassss

anele dijo...

Un baberito para Blas y unos kleenex para Candela marchaaando!!!
La verdad es que es atractivo todo el simbolismo que rodea sus vidas: en el tema de al geishas, en la ceremonia del té, en el comportamiento en los templos...
Todo tiene su por qué, y al menos a mí me resulta muy interesante.
Fue una suerte ver a la maiko, porque no abundan por la calle, pero al atardecer es cuando más probabilidades de verlas hay por el centro, cuando salen hacia las casas de té. Por cierto, creo que cuesta u ojo de la cara contratar sus servicios.
El kimono era espectacular.

Por cierto, Chema, te duele el empeine, la pantorrilla, las espinillas... de veras que no sé cómo aguantan sentadas así tanto tiempo (yo a los 15 minutos estaba que no aguantaba más, así que acabé de medio lado).

Inma, en la foto se ve bastante bien la parte del cuello que se dejan sin pintar (la más sensual, como dices). Vi un video en internet hace tiempo de una maiko maquillándose y es increible la destreza que tienen, sobre todo para pintarse alrededor de la nuca con un espejito...

Cloti Montes dijo...

Cuando me leí Memorias de una Geisha me sorprendió mucho lo de la nuca (entre otras mil cosas). Es una parte del cuerpo que me resulta muy sensual, la masculina of course.
Sigue Elena, que nos tienes extasiados.
Bssssssssssss
Cloti

Bertha dijo...

Jo que bien lo cuentas, lo de sentarte, cuando hacemos guitnasia, nosotras nos ponemos a veces a si y un poquito si, pero mucho rato no aguanto, los de las Geisha, que chulo, estan muy monas, pero deben tener muchicimo calor con tanta ropa, la ceremonia del te, la vi en la peli de Karate kit y me gusto mucho, como lo hacen, los de los pergaminos, yo pensaba que todos los papelitos eran buenos, pero en los dibujos del Chichan tanbien lo comentan, pero en directo contigo esplicandolo, es como si lo hicieramos nosotras, que chulo, SIGUE SIGUE...

Geno dijo...

Me uno al grito unánime de "¡Queremos más!" jajajajja. Estupendo vuestro primer día. Que genial lo de la maiko pero la japonesita con el kimono y em móvil está que se sale, jejejejej

Susana dijo...

Que maravilla!!!! Y que envidia... snif, snif. Pues mira que los países orientales nunca me llamaron la atención pero tu relato ha despertado todo mi interés. Estoy deseando conocer el resto de tus andanzas.

KIRA dijo...

El viaje ya de por si es impresionante, pero la manera en que nos lo estas contando, es que me parece estar alli viviendolo...
Sus calles, las Geishas todo parece tan de cuento de hada.
Lo que mas me llama la atencion, es como dices al principio, la limpieza y el civismo que se ve.
Por cierto continua contando que nos tienes a todos/as encandilados.