Quizás sus fotos más famosas sean las que tomó en el desembarco de las tropas aliadas en las playas de Omaha, y no tanto por su calidad sino por su relevancia histórica. Unas fotos desenfocadas que poco encajan con la maestría y dilatada experiencia de su autor, más que acotumbrado a "disparar" en pleno fragor de la batalla. Pero todo tiene su explicación...
Capa pasó varios días en un buque en Playmouth (Inglaterra) fotografiando a soldados y oficiales planificando la operación.
A las 3 de la mañana del día D disfrutaron de un copioso desayuno (pancakes, huevos, salchichas y café) y una hora después se reunieron en cubierta para repartirse en las lanchas de desembarco.
"El corresponsal de guerra tiene su suerte en sus manos. Puede apostar por este caballo o por aquel otro, o puede guardar el dinero en el último minuto. Yo soy un jugador. Decidí ir con la Compañía E en el primer envío".
Iba equipado con 3 cámaras.
"Terminé las fotos y sentía el mar helado en los pantalones. Intenté alejarme de mi poste de acero pero las balas me hacían retroceder una y otra vez. Delante de mí uno de nuestros tanques anfibios medio quemado sobresalía del agua, ofreciéndome el siguiente refugio. Entre cuerpos flotantes logré llegar hasta él, me detuve para hacer algunas fotos más y cogí fuerzas para saltar a la playa por última vez (...). La inclinación de la playa nos protegía algo- siempre que estuviéramos tumbados- pero la marea nos empujaba hacia las alambradas, desde donde tiroteaban abiertamente ".
Terminó las 36 fotos de su segundo carrete, pero le temblaban tanto las manos que no pudo cambiarlo y decidió regresar al agua y subir a una lancha médica que estaba evacuando cadáveres; siguió utilizando su tercera cámara. Regresó al buque de transporte donde fotografió los sacos con los cadáveres alineados en cubierta. Pensaba volver a la playa pero el agotamiento pudo con él y se echó un rato. Al despertar, ya estaban regresando a Inglaterra.
Una vez en tierra, el mensajero recogió los carretes para entregarlos en las oficinas de Life en Londres para ser reveladas antes de enviarlas a NY y publicarlas. Pero las prisas no son buenas. El técnico encargado del revelado subió demasiado la temperatura de secado y la emulsión de la película comenzó a derretirse. De las 72 fotos que Capa registró en la playa, arriesgando su vida, sólo sobrevivieron 11. Afortunadamente, los negativos de la tercera cámara no corrieron la misma suerte.
Sin embargo, Life no estaba dispuesta a reconocer el error: afirmó que debido al temblor de las manos del corresponsal las instantáneas estaban "slightly out of focus" (ligeramente desenfocadas).
En 1947, Robert Capa publicó sus memorias de guerra. Las tituló: "Slightly Out of Focus".
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"Si haces fotos que no son lo suficientemente buenas, es que no estás lo suficientemente cerca", Robert Capa.
7 comentarios:
Vaya morro los de Life! Así que las fotos estaban desenfocadas!
Qué historia!!! Ne ha encantado. Yo sería incapaz de ser corresponsal de guerra... cuando pienso en la foto del niño africano al que le merodeaba un buitre se me revuelve todo... estar allí sólo de espectador y no intervenir... para mí sería imposible. Claro, que también tiene que haber gente que denuncie todas estas cosas y la mayoría de las veces una imagen vale más que mil palabras...
la foto, tal como quedó, resulta expresiva porque refleja el fragor de la batalla. pero muy mal por los de la revista 'life' al culpar del error al fotógrafo. error que además hizo que se perdieran muchas otras fotos.
voy a leer la entrada anterior, que se me había pasado...
Pues sí, Geno, menudo morro.
Susana, yo también sería incapaz; hay que tener un valor extraordinario.
Es cierto, Chema. Lo más triste es que todo ese esfuerzo se quedó en nada. Al menos se salvaron unas pocas porque suponen un testimonio único de aquella operación, y por tanto, valiosísimo.
Me encanta este fotógrafo y mucho más las fotos testimonio, hoy día los periodistas siguen arriesgando su vida, en muchos países no les respetan siquiera, son objetivos igualmente en una guerra o en conflictos...
Kevin Carter ganó el premio Pullitzer en 1994 con la fotografía de una niña moribunda durante la hambruna de Sudán, asediada por un buitre... , meses más tarde se suicidó...
Oops, no tenía ni idea de ese detalle del suicidio. Es duro, muy duro.
Pues sí, Anele, por qué parece ser que le pudo el sentimiento de culpa... la gente le preguntaba después: ¿Y bien, ayudaste a esa niña?.
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