Pero el día amenazaba lluvia de modo que nuestros planes de ir al parque a ver a los jóvenes otakus que se reúnen todos los domingos, se fue al traste. Tuvimos que conformarnos con un par de chicas vestidas de modo extravagante, pero ni punto de comparación.
A pesar de las nubes hacía calor. Desde finales de mayo hasta junio-julio es la época del monzón y según nos han contado el calor es insoportable debido al nivel tan alto de humedad. En agosto el calor es también asfixiante, así que hemos tenido suerte de que nuestra estancia se haya adelantado a las lluvias.
A lo largo del día hemos visto cómo aparecían como por arte de magia dispensadores de bolsas de plástico para proteger el paraguas dentro de las tiendas y no mojar nada, taquillas junto al acceso a los comercios para comprar sin el incómodo paraguas en las manos y muchos paraguas a la venta en tiendas de todo tipo (en la papelaría). La lluvia en Tokio nunca pilla desprevenido.
Menos mal que sólo han sido 4 gotas.
Pasamos junto a un local de pachinko y decidimos asomarnos. Hay verdaderos "enganchados" a este juego (equiparable a nuestras tragaperras aunque el sistema no es el mismo). Ni un puesto libre (y puedo asegurar que había decenas) y un ruido ensordecedor, mezcla del roce de las bolitas de las máquinas y de la música a todo volumen. No sé cómo pueden pasarse horas dentro; si todos lo locales son así esto destroza los nervios de cualquiera.
Más "vending machines", esta vez con "rincón del fumador" incluido. Si te apetece un pitillo ya puedes ir buscando un Smoking point porque la parada es obligada; nada de fumar mientras caminas.
De todas formas ya se encargan de recordártelo en cuanto miras al suelo. Hay distritos en los que está estrictamente prohibido fumar por la calle (en otros, simplemente está mal visto).
No entiendo que en la mayoría de los restaurantes y bares esté permitido fumar y en la calle te encuentres situaciones tan extremas como ésta.
De nuevo regresamos a la zona de Omotesando. Teníamos que visitar el Oriental Bazaar, una tienda de recuerdos (4 plantas) y artesanía con bastante calidad y buen gusto. Aparte de las típicas chucherías para turistas había regalos que merecían la pena y una sección de kimonos en el sótano que te dejaban con la boca abierta. Para bolsillos más modestos, yukatas a elegir para todos los gustos.
En la foto se ve con claridad las guías para invidentes que trazan en las calles. Una muy buena idea que deberíamos importar. Un solo pero: no hay ni un sólo banco ni papeleras en toda la ciudad (por el terrorismo, dicen; para evitar que depositen material explosivo).
Otra visita obligada: Kiddyland, una tienda de juguetes con 7 plantas. El paraíso de los niños (y no tan niños). Pensaba "adoptar" una Blythe pero al verlas de cerca me decepcionaron por la calidad del material (un precio excesivo para un plástico tan malo). Y regresamos a nuestra más tierna infancia disfrutando entre estanterías (nos recorrimos toooodas las plantas, lo confieso; bueno, sólo nos saltamos la de Snoopy).
Y de camino una simpática estampa en la entrada de Vuitton: un enorme peluche de Takashi Murakami dando la bienvenida a los clientes.
Es difícil no dejarse arrastrar por la fiebre consumista que invade Tokio; especialmente con lo que llama la atención el grado de especialización de sus comercios.
Como la tienda de juguetes que he mencionado o como Itoya, otra de mis favoritas que nos enganchó hasta el punto de recorrernos las 9 plantas enteritas para lo cual invertimos cerca de 2 horas (acabamos de pasar a engrosar la lista de frikis más extremos, lo sé). Se trata de una papelería con el mejor surtido que he visto en mi vida. Media planta dedicada en exclusiva a tarjetas de felicitación, cientos, formales, informales, de un gusto exquisito (curiosamente no tenían los tarjetones gigantes que se venden en España, debe de ser lo único que les falta).
Por no faltar, hasta material del uruguayo Jordi Labanda y Agatha Ruiz de la Prada.
Otra media planta de material para envolver regalos (algo "casi" tan importante en Japón como el regalo en sí). De hecho en otro comercio compré unos marcapáginas y al envolveros para regalo me preguntaron de qué color quería las pegatinas para cerrar y decorar la bolsita de papel y me dieron unos post it para que escribiera el nombre del destinatario y no confundir el regalo de cada cual.
Había pliegos de papel de todos los colores, estampados y acabados que se puedan imaginar, autóctonos como el washi e importados (Italia, Francia...), bolsas de papel, de tela, decenas de tiras para envolver y cientos de sellos para estampar dibujos o letras (les deben encantar, jamás vi un surtido tan enorme). Incluso miles de pegatinas. Expositores enteros.
Decenas de ¡¡recambios!! de bolis, cutters, tijeras...
Me hubiera traido un camión entero. Presiento que mi próxima visita a una papelería española me va a dejar mal sabor de boca. Comprar un boli nunca será lo mismo después de Itoya.
Y la reina indiscutible, por supuesto, Santa Hello Kitty (nadie la desbanca a pesar de estar a punto de convertirse en una cuarentona; en el país del manga todos le rinden pleitesía, desde Naruto a Pokemon, todos súbditos de la reina de los felinos).
Dos horas de visita. Se dice pronto.
Dos horas de visita. Se dice pronto.
Necesitamos un descanso. Entramos en un TexMex que está decorado con mucho gusto.
Lo sé, pecado mortal pero ¿qué queréis? Estaba a mano y el cansancio apremia. Al fin y al cabo han sido muy agradables y hemos comido bien.
Creo que en el local del fondo había una réplica del restaurante donde se grabó Kill Bill. Allí sí había comida japonesa... pero ya no hay marcha atrás.
2 comentarios:
es que japón no está tan al norte como parece, y supongo que por eso el clima es más cálido de lo que la gente espera...
en el almacén de juguetes, si tenía 9 plantas, realmente no estuvisteis tanto tiempo, le dedicasteis unos 16 minutos a cada planta en promedio, jejeje.
hello kitty no sabía que era tan antigua! aquí se ha puesto de moda hace poco...
No Chema, lleva décadas de moda. Es de la época de mis chupetes, creo que "nació" allá por 1974; me pilló con un añito, pero en el cole estaba muy de moda. Luego supongo que ha ido subiendo y bajando, pero me resultó curioso leer que somos el 3º país (creo) consumidor de Kitty por el mundo, Japón incluído, así que no andamos mal en el ranking.
Nunca me volvió loca, la verdad, pero verla en Japoón ab-so-lu-ta-men-te por todas partes me hizo caer en la tentación y me traje un par de cosillas. Es increíble que ni siquiera los mangas más modernos le hayan desbancado.
Tienes razón, yo no pensaba que estaba tan al sur (tengo la geografía taaaaan olvidada); ya nos contará Elphaba cómo es el agosto tokiota. Espero que le dé tregua. Al parecer hay mucho contraste climático, porque en invierno hace un frío que pela y nieva con más abundancia que aquí.
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