domingo, 1 de marzo de 2009

RELIQUIAS LITERARIAS


Me he levantado hoy nostálgica, así que como la mejor forma de atacarla es con más de lo mismo, dedico el post del día a mis libros de la infancia, al menos a los que más años acumulan a sus espaldas.
Como fanática de todo lo antigüo (dicen que se considera "antigüedad" a todo lo que tiene más de 100 años), o sin ir tan lejos, a lo viejo , conservo como oro en paño estos tesoros particulares, que aunque no valgan mucho dinero al menos su valor sentimental es inmenso. Con algunos prácticamente aprendí a leer, como el que encabeza esta entrada.

"Pulgarcita" sufrió una manipulación infantil que dejó huella: la de un boli "bic" que "ilustra", a su modo, las páginas interiores y la portada (no se aprecia demasiado en la foto porque era de tinta azul, menos mal). No sé si soy autora de tan insigne decoración o si fue algún otro infante, porque el libro es heredado. Lo que está claro es que lleva conmigo muchísimos años (creo que fue el primer libro que llegó a mis manos) y me encantan los preciosos dibujos (obra de Concha Matamoros) que ilustran este cuento de Andersen.


Enfrente de casa de los abuelos había una residencia de ancianas privada. Se trataba de un caserón enorme, rodeado de un jardín bastante frondoso que la mantenía constántemente en penumbra y aislada de la calle Cartagena por una tapia coronada por un enrejado. Sólo recuerdo haber entrado una vez; las imágenes son borrosas, sólo ha sobrevivido la de la enorme escalera (estoy convencida de que era más pequeña de lo que hoy recuerdo) que uno se encontraba nada más atravesar la puerta principal. Junto a ella, separada por otra tapia que ofrecía intimidad, la casa de la propietaria, una adinerada mujer soltera ya entrada en años. Se accedía a la casa atravesando un largo sendero de baldosas, y siempre eras recibido y acompañado por los gatos de la dueña (¿por qué será que todas las señoras solteras de cierta edad tenían gatos? nunca perros...). Era una casa enorme, o al menos a mí me lo parecía, ideal para aventurarse por pasillos y alcobas, algo que por desgracia nunca hice, porque yo pertenecía a esa extraña raza de niñas tranquilas a las que da gusto llevar de visita porque son capaces de pasarse las 2 horas de visita sentadas en una silla sin abrir la boca. Me moría de curiosidad por ver lo que se escondía detrás de cada puerta aunque al mismo tiempo debo reconocer que la casa entera me infundía un gran respeto porque toda ella era gris, gris por la poca luz que dejaban entrar los altísimos árboles del jardín y por su tétrico ambiente al que contribuía ese olor a casa vieja y a gato y por la decoración tan antigua. Siempre iba acompañando a mi yaya de visita, y siempre me quedaba clavada observando la misma estatua de la entrada, una enorme figura (casi a tamaño natural) encastrada en una hornacina: una virgen ataviada con un manto azul y una serpiente enrollada a
sus pies con una manzana en la boca. Jamás olvidaré esa imagen.

Nunca supe cómo se llamaba la buena señora, en casa nos referíamos a ella como "la señorita".
Fue ella quien me regaló "Mis cuentos de hadas", con ese aire que tienen los cuentos antiguos y esas ilustraciones tan características de los libros de los años 60.
Se trata del volumen 6 y contiene 16 cuentos , algunos tan conocidos como El soldadito de plomo o Aladino.


Los que vienen a continuación son "heredados" de mis padres, libros que a su vez procedían de otras manos, incluso alguno luce un sello de biblioteca.
Algunos acusan el paso de los años como atestiguan las portadas descoloridas o las tapas a medio descoser pero están vivos y Dios sabe qué historias esconderán detrás. Nombres manuscritos en las contraportadas que pretendieron "amarrarlos" así a sus dueños "temporales".
Me llaman particularmente la atención los libros de texto; hay qué ver cómo han cambiado la enseñanaza y los métodos didácticos. En un mismo ejemplar se resumían las materias de todo el curso: un totum revolutum de literatura, geografía, lengua, historia, religión,... y profusamente ilustrada. Y resulta curioso ver los nombres tan pomposos que les ponían, rezando algo así como
Enciclopedia cíclico-pedagógica de Grado Medio de los cursos graduados de 1ª enseñanza. Ahí es nada!!
El ejemplar de "Tom Sawyer en el extranjero" es el que ostenta el honor de ser el más antiguo y además viene de ultramar: fue editado por la editorial Acme en Buenos Aires en 1944.
Insisto, me encantan las portadas de los libros antiguos, se caracterizaban por estar bastante elaboradas y rara vez mostraban fotografías, sino que hacían incapié en la ilustración.
Y dejo para el final la joya de la corona; mi favorito por encima de todos, tanto por su argumento (pues es un libro que me encantó) como por un rasgo que lo diferencia del resto: aparte de sencillos dibujos contiene desplegables fotográficos de la película homónima.
"Emilio y los detectives" es una divertida historia que narra las aventuras de un niño alemán al que su madre viuda envía a Berlin a pasar las vacaciones con la abuela, encomendándole un sobre con dinero que habrá de entregarle al llegar. En el tren un misterioso caballero le roba el dinero y una vez llegados a Berlín comenzarán las aventuras del protagonista en compañía de su prima y unos amigos a la búsqueda del estafador.

Si bien la historia fue escrita por Erich Kästner en 1929, ésta edición es posterior, pues ya se había estrenado la película rodada en 1931 (fue la primera novela del autor adaptada al cine). Me ha sorprendido ver que a pesar de sus 80 años, la historia sigue ganando adeptos y continua reeditándose a día de hoy.










12 comentarios:

Candela dijo...

Wow! Es una bonita coleccion que tienes. Ya sabes que a mi tambine me apasionan este tipo de libros y ue tengo varios "heredados" tambine. Me necanta su olor a solera.

BLAS dijo...

Me remito a lo que te ha dicho Candela, yo también soy una apasionada de los libros, y el olor de los libros antiguos no lo supera nada. Sus dibujos, su tacto y su sonido al pasar las frágiles hojas con cuidado para que no se desencuadernen. La de manos que habrán pasado esas hojas ¿verdad? Nunca había oido hablar de ese libro último que comentas, "Emilio y los detectives" y me ha gustado, a ver si puedo conseguirlo de alguna manera... (Adoro esos retos bibliófilos, jeje) Y por otro lado, yo creo que las señoras mayores tiene gatos en lugar de perros, porque así no tienen que sacarlos a la calle y les dan menos trabajo al ser más independientes. Ese es mi parecer.

chema dijo...

son preciosos todos esos libros. los libros antiguos tienen unas ilustraciones y unos grabados de un gran valor artístico, y que se hacían sin contar con los medios que existen hoy en día.
y sí, los libros con los que aprendimos a leer se recuerdan siempre con un cariño especial.

Geno dijo...

Estupenda colección. Me ha encantado, sobre todo el último que presentas ¡genial!

Inma dijo...

¡Cómo he disfrutado leyéndote! Me encantan tus libros y casi me ha llegado el olorcillo a polvo y a humedad que tienen.
En un incendio antes cogería estos cuentos, sin valor aparente, que mis joyas.

Elphaba dijo...

Uy, yo la película "Emilio y los detectives" la he visto unas cuantas veces, jejeje. Y sabía que procedía de un libro alemán. La versión que yo vi sería de los años 50 o así pero también era alemana.

COILET dijo...

Me sumo a lo dicho por las compis, hay que guardar esas reliquias porque son auténticos tesoros, yo también conservo algún cuento ilustrado de esos troquelados... Y me encantaba copiar los dibujos, creo que por eso se me dio tan bien dibujar, y siempre fui muy imaginativa, pero luego con el paso de los años perdí esa destreza...

Ana I. dijo...

Son preciosos! La portada de Pulgarcita tiene una ilusración divina. Voy a indagar sobre esa ilustradora. Me ha encantado la historia de las visitas a la casa de la "señorita". La verdad es que yo tambien recuerdo ser una niña a la que podías tener dos horas sentadita escuchando. Recuerdo que lejos de aburrirme, disfrutaba de las conversaciones de los mayores.
Un beso y felicidades por esas reliquias que posees.

BLAS dijo...

Estoy con Inma, antes que las joyas, los libros, sin lugar a dudas! Como Fray Guillermo de Baskerville en el Nombre de la Rosa (qué mal lo tuvo que pasar dejando allí esas maravillas, por Dios...)

anele dijo...

Pues la verdad es que ese olor a humedad y papel viejo no es que sea especialmente atractivo, pero no sé por qué a casi todo el mundo le gusta (me incluyo), supongo que es porque evoca recuerdos o por el atractivo de tener entre las manos algo único por ser tan antiguo.

Yo también estoy con Inma y Blas, ojalá nunca me suceda porque lo iba a pasar bastante mal decidiendo qué salvar; desde luego llenaría las maletas con "mis trastos" y dejaría todo lo demás.

Que casualidad que conozcas la película, Elphaba (es una cuenta que tengo pendiente, a ver si encuentro la original por internet).

BLAS dijo...

Anele, pásate cuando quieras por mi blog a recoger un premio. Saludos!!

Cloti Montes dijo...

¡Qué bonitos recuerdos traen esos libros!
Bssssss
Cloti