miércoles, 17 de junio de 2009

3º DIA (TOKYO)

Miércoles, 20 mayo 2009.

Tras la visita matinal, nos despedimos de Kyoto, preparados ya para coger el tren bala rumbo a Tokyo. Todo está perfectamente señalizado. El andén está protegido con barandillas de contención y las aberturas coinciden con milimétrica exactitud con las puertas del tren.

Los nº de vagón están indicados en las columnas y en el suelo, de modo que cada cual espera en el punto correcto y el acceso al tren es mucho más rápido.

El tren con cara de pato llega con la puntualidad esperada; apenas 2-3 minutos de parada y parte dirección Tokyo.
En realidad la velocidad de los trenes bala no es superior a la del AVE (comenzaron a funcionar en 1964, en eso sí nos llevan ventaja), pero la importancia no radica en la velocidad máxima sino en la media a lo largo del trayecto, de modo que apenas tengan que reducir en las curvas y se consiga una velocidad estable, algo en lo que sí destacan.
Mencion aparte merece la puntualidad, ya que ostentan el récord mundial y según los estudios más recientes se ha calculado que la media de retraso en los trenes bala japoneses es de ¡ 6 segundos!. Mientras esperábamos la llegada del nuestro pudimos comprobar que los trenes parten cada 5 minutos aproximadamente.

No es el tren ultramoderno que esperaba encontrar pero es tan espacioso que podríamos haber transportado las maletas con nosotros; Mineko exageró un poco pero ya no tiene remedio. Estoy convencida de que llegarán bien al hotel.


En el cuarto de baño la cisterna se vacía colocando la mano delante de un sensor. Mucho más higiénico.

Les encantan los sensores; hasta ahora sólo he encontrado un baño público con la grifería tradicional. También funcionan por sensor los dispensadores de jabón (siempre sale en forma de espuma).
A lo largo de todo el trayecto se suceden los campos de arroz junto a las vías. Todo es tan verde...

En las últimas paradas el vagón se ha ido llenando de "trajeados", hombres que trabajan a una hora de Tokyo y se desplazan en el tren bala. En una de las estaciones entra uno que se ha acomodado al otro lado del pasillo; tiene unos 35-40 años, se descalza y saca del maletín un enorme tomo de manga de unos 5 cm de grosor. Me parece estar viajando a Marte.


Nos aproximamos a Tokyo. Los edificios están exageradamente cerca de las vías, que discurren sobre pilares.
Tanto el tren como el metro se desplazan en alto entrecruzándose con las autopistas elevadas en un triplete viario más propio de una escena de Blade Runner que de una ciudad contemporánea.
Llegamos puntuales (aunque es algo que nunca pusimos en duda).
Salimos al hall de la estación de Shinagawa y nos encontramos una marea humana que nos intimida. A ver quién es el valiente que da el primer paso y se introduce en la riada para ver a dónde nos dejamos llevar : )
Gracias a Dios el hotel está justo enfrente de la estación, así que no tardamos en encontrarlo.

Se trata de un complejo formado por 4 torres de distinta categoría (la nuestra es la más cutrecilla). En las otras torres hay tiendas y restaurantes , es como dormir en un centro comercial. Un cartel informa sobre el acuario que comparte espacio con el complejo hotelero.
La habitación es pequeña y muy sencilla, apenas hay sitio entre la mesa, la butaca y la cama para dejar las maletas (porque en el armario sólo hay sitio para una). Me vienen a la cabeza los pisitos de 30 m que anunciaba nuestra ministra (en Tokyo su propuesta no hubiera desatado ninguna polémica).
Al menos es tranquilo, muy tranquilo.
El metro nos tiene algo preocupados; creo que va a ser dificilísimo aclararse con él. Y con tanta gente alrededor te sientes un poco hormiga. Hoy sí me siento Lost in Translation.

Bajamos a cenar. Hay un MacDonardo (adaptaciones lingüísticas japonesas) pero no hay ni un sólo letrero en inglés. Me sigue sorprendiendo que ni siquiera la gente joven lo hable. Mineko dice que es por vergüenza ???. No sé si concederle el beneficio de la duda. Hasta pedir una hamburguesa parace tarea difícil.
Cenamos en un italiano que hay en los bajos del complejo; la carta está en inglés y no tenemos energía como para hacer experimentos lingüisticos esta noche, así que nos tiramos de cabeza.
Resulta ser una excelente elección, aunque a estas alturas me pregunto si hay algo que hagan con desgana.
Caemos en la cama destrozados.

7 comentarios:

Candela dijo...

el pato lo han abierto ahora entre madrid y cadiz. ni que decir tine que la puntualidad se quedo en japon, esta llegando mas tarde ue el talgo. los sensores ya los conocia, aqui tambien los hay en aeropuertos y estaciones y en algunos hoteles.

Inma dijo...

Siempre pensé que tenía mentalidad nórdica, por lo cuadriculada, ordenada y aburrida que soy, pero va a resultar que tengo mentalidad japonesa. Cada vez me gusta más lo que cuentas.

Cloti Montes dijo...

Eso de que el tren pare en un sitio justo lo he visto ya en algún sitio, aunque no deja de sorprenderme.
Los sensores de las cisternas son un gran invento, es lo que más asco me da de los baños públicos, seguido de los picaportes y los interruptores agggggggggggggggg
Bsssssssssss
Cloti

Geno dijo...

Así da gusto, puntualidad ante todo

BLAS dijo...

Qué cambio más drástico, la legendaria ciudad de Kyoto, con sus templos, su ceremonia del té, su tranquilidad... Y de repente todo es bullicio y ajetreo... Nunca dudé que fuera impuntual un tren en Japón, al parecer la disciplina la llevan a cualquier sitio posible.
Me están encantando estas entradas Anele, desde luego, nos estás poniendo bién al día del tema japonés, el otro día hasta obligué a mi marido a ir a un restaurante japonés en Barna y todo, que hacía años que no iba a uno, y me acordé muchísimo de tí.
Besos!!

Pd.: Me encanta lo de los sensores en los baños y no tener que ir tocando por ahí... A ver si por aquí empiezan a pillar el ejemplo.

chema dijo...

caray con los trenes-bala! 6 segundosde retraso de media!! los japoneses, lo del 'just in time' lo aplican a todo.
tengo ganas de leer cómo fue vuestra estancia en la capital, tokio.

anele dijo...

Sí, Ruth, lo vi hace poco en las noticias. No sé cuánto costará ir hasta Cadiz pero es una buena noticia. Los sensores los he visto por aquí alguna vez en aviones y demás, pero no en baños públicos. Me pasa como a Cloti y Blas, mucho más higiénico para evitar tocar la cisterna.
Lo que me extraña es que no los hayan instalado en las puertas : )

Geno y Chema, para que luego hablen de la puntualidad inglesa; éstos no les van a la zaga.

Blas e Inma, pues después del verano supongo que el tema continúa con los posts de Elphaba, que como buena japonófila seguro que les añade más sustancia que yo.