domingo, 21 de junio de 2009

TOKYO (1)

Jueves, 21 Mayo.

Hora del desayuno en nuestro primer día de visita en Tokyo.
En recepción nos entregaron tickets para desayunar en 6 de los restaurantes del compeljo, así que decidimos ir al más cercano porque los otros están en las otras torres y nuestro guía nos espera a las 8.3o en el hall. Es un restaurante de comida rápida (aunque aquí ese concepto no tiene nada que ver con la comida basura) con una sección occidental, china y japonesa. No está mal.

Masaharu (Masa) nos espera sonriente para enseñarnos los encantos de esta increible ciudad. Tiene unos 45-50 años y habla bastante bien español con un curioso acento latino (está casado con una mexicana y su hijo está estudiando en una universidad madrileña). Nos entrega los planos de la ciudad y del metro y emprendemos camino al tan temido metro. Por lo que hemos leído, es un verdadero galimatías con numerosas líneas que pertenecen a distintas compañías privadas, de modo que para hacer un trasbordo de una a otra de distinta compañía hay que volver a pagar. En la maraña del plano las líneas de metro coexisten con las líneas del Japan Rail Pass (JR) , que equivale a nuestro "cercanías".

El hecho de que el metro esté siempre tan saturado se debe a que en una ciudad tan superpoblada es el medio de transporte ideal; además muchas personas no pueden comprarse un coche, no por falta de poder adquisitivo, sino porque es requisito indispensable tener plaza de aparcamiento. Sin plaza no hay coche, por mucho que tu cuenta bancaria esté llena de ceros.

Por nuestra estación para la línea Yamanote, la línea circular y la más cómoda para el turista ya que a través de ella se accede a casi todos los lugares de interés principales, lo cual es una suerte. Masa nos enseña a comprar los billetes en las máquinas expendedoras y a interpretar el mapa: se paga según la distancia a recorrer y en los grandes mapas de cada vestíbulo basta localizar la estación de destino y ver la tarifa que tiene (en la JR los nombres están en "romaji", el alfabeto "romanizado" , occidental, pero en las estaciones de metro sólo en japonés, así que nos orientaremos con el mapa bilingüe que tenemos o bien contrastando los kanjis). Se presiona la tecla de la tarifa y la del nº de personas, se echan las monedillas (la ranura es bastante ancha, así que se introducen casi "a mansalva").
Se "valida" el ticket en las máquinas a la entrada y se guarda hasta la salida para volver a meterlo (esta vez se lo "traga" la máquina). Este sistema se debe a que en caso de no entender la tarifa correspondiente se puede pagar por el trayecto más corto y en la estación de destino se introduce el ticket en unas máquinas donde se "recalcula" la tarifa, se echa el dinero que falta y ya nos sale el ticket "corregido" para meterlo en las máquinas al salir.

En fin, que es un sistema bastante intuitivo y de golpe se nos han quitado todos los agobios. Nos resulta fácil, así que tras este cursillo acelerado ya estamos listos para desplazarnos sin ayuda por el metro.

En el andén hay pantallas que indican el sentido del convoy y la hora de llegada, como en Europa, y dentro del vagón también hay paneles electrónicos que muestran el trayecto con los nombres de las estaciones, los enlaces, y el tiempo entre estaciones; nos llama la atención la regularidad: pinchando la foto para ampliarla se puede ver cómo la distancia entre estaciones se recorre "exactamente" de 2 en 2 minutos, exceptuando algunas en 3 min.


Afortunadamente, la hora punta está acabando de modo que los vagones no están tan atestados como se ve en los vídeos que circulan por internet. Gracias a Dios no hemos necesitado la ayuda de los "empujadores" de guante blanco. Masa nos cuenta que algunos asientos corridos se pliegan para que quepa más gente ( no sé de qué me sorprendo a estas alturas).

Las pantallas muestran también un "croquis" del tren, con los vagones numerados, indicando a la altura de qué vagones se pueden localizar las escaleras automáticas, normales y ascensores en el siguiente andén.

Por supuesto, la información se va alternando en japonés y en alfabeto occidental. Muy detallistas. Si hasta vimos el parte meteorológico del día!!
Los vagones van repletos de publicidad (de hecho, la ciudad entera parece un gran cartel publicitario). Casi nadie habla en el metro; el móvil siempre en modo "silencio" para no molestar, y cuando reciben o emiten una llamada, hablan cubriéndose la boca y hablando tan bajito que resulta imposible escucharles si estás a su lado. Muchos se entretienen leyendo, enviando e-mails (no sms, no) porque está tan extendido el uso de internet en el móvil que hasta van viendo la tele en el metro a través del móvil. Y otros muchos matan el tiempo durmiendo. Los japoneses siempre duermen donde pueden. Me moría de ganas de hacer fotos pero me daba bastante apuro, pero como otros lo hicieron antes por mí podéis comprobarlo en el blog de kirai.

Masa dice que la gente trabaja tanto y hasta tan tarde (es muy típico hacer horas extras en la jornada laboral, casi está mal visto que no se hagan) que la población duerme bastante poco, en general, así que por eso es tan frecuente ver gente dormida a cualquier hora y en cualquier lugar. Lo que no entiendo es cómo no se pasan de estación.

Vamos al distrito de Ikebukuro, al norte, a visitar un centro de prevención de accidentes y terremotos. Nos juntan con una visita escolar (¡cómo no!). Nos explican cómo actuar en caso de terremoto (nuestro hotel está preparado para soportar sacudidas a un nivel 8.3 de la escala Richter; semejante al que afectó a la región de Kanto en 1923, suponiendo un punto de inflexión en la mejora de los medios de prevención). La charla resulta ser muy instructiva. Absolutamente todos los edificios modernos (la mayoría, teniendo en cuenta que al ciudad quedó prácticamente arrasada tras los bombardeos de la 2ª Guerra Mundial) están construidos a prueba de terremotos, por eso se recomienda permanecer dentro de ellos (a diferencia de otros países, aquí se está más seguro dentro que fuera, expuesto a la caida de cascotes y cristales) o entrar en uno, o acudir a los puntos de evacuación de cada distrito. Recomiendan meterse bajo la mesa para no ser golpeado por los objetos que caen de los muebles; y eso es lo que hicimos : )

Sí, porque tras la charla nos hicieron entrar en grupos de 6 personas a una habitación para realizar un simulacro. Y allí pasamos, a la falsa cocina, a sentarnos a la mesa mientras fuera toda la chiquillería nos veía a través de la pantalla. Las sacudidas son fuertes; nos recomiendan que cuando cesen sigamos debajo de la mesa porque siempre regresa la onda rebotada en pocos segundos. Ha sido curioso sentirlo aunque espero no experimentarlo nunca en la vida real. Colgaría el vídeo que nos grabaron pero mi torpeza con la informática no me ha dado tregua.

Después pasamos a la zona de incendios, donde tras la charla pertinente nos espera otro simulacro: tras los estudiantes pasamos nosotros; hay un pasillo con puertas que dan a habitaciones en una especie de laberinto, así que se trata de encontrar la salida avanzando medio a gatas sin ver absolutamente nada a causa del humo. Nos hemos perdido 3 veces y ha pitado la alarma que indica que acabamos de morir asfixiados. Germán se abstiene de participar, así que nos cuenta que los chavales se han reido de lo lindo. No sé si me duelen más las piernas por andar en cuclillas o el orgullo : (

Antes de salir, una breve visita al baño me ofrece una curiosa sorpresa: delante de los lavabos hay un cartel donde nos explican la manera ideal de lavar nuestras manos a conciencia. No comment.

De vuelta al metro hasta Harajuku, donde visitaremos el santuario de Meiji-Jingu.


El santuario está situado en el parque de Yoyogui y tras pasar bajo la espectacular torii accedemos al recinto dando un pequeño paseo.


Fue construido en honor al emperador Meiji (desencadenante de la llamada "restauración Meiji" que acabó con el poder feudal), artífice de la modernización de Japón allá por el 1868. Se ponía fin al aislamiento del país y por ello el santuario inspira más devoción histórica y cultural que religiosa. Nuevas ofrendas de sake,


y de otro orígen totalmente inesperado: la Bourgogna francesa!!

En plena visita al santuario coincidimos con una belleza nipona que reclamó la atención de nuestra cámara de fotos.
Cambio de tercio: tras la tradición religiosa pasamos a conocer la casa más moderna de la urbe. Masa nos lleva a pasear por Takeshita dori, una conocida calle donde abundan las tiendas de ropa donde se "abastece" la fauna más moderna de la ciudad y donde la extravagancia campa a sus anchas.

Lástima que al ser un día de diario por la mañana no estaba en su máximo apogeo y al no ir solos tampoco pudimos entretenernos en cotillear un poco por las tiendas. Pero hay fauna realmente peculiar.


Y de allí pasamos al lujo más recalcitrante: existen en Tokyo dos Quintas Avenidas donde los yenes corren a cien por hora. Estamos en Omotesando, barrio pijo donde los haya, y para muestra, un botón.

Magníficos edificios para dar cabida a las últimas colecciones de los más elegantes. No falta nadie: Prada, Gucci, Carolina Herrera, Chanel, Armani... Es como estar paseando por los Campos Elíseos.
Y de vuelta a la tradición. Esta vez nos espera Asakusa, el primer barrio donde se abrieron los primeros cines con la restauración Meiji. Su principal atracción es el templo de Asakusa Kannon o de Senso-Ji consagrado a Kannon (diosa de la misericordia).

Tras cruzar la puerta (Kaminarimon= puerta del Trueno) se atraviesa la Nakamise-dori, una calle jalonada por decenas de puestos donde comprar recuerdos, artesanía o comida; uno podría perderse durante horas curioseando entre las estanterías y aún faltaría tiempo para abarcarlo todo.





Y después de una mañana tan ajetreada y tanto viaje en metro toca ser condescendiente con el estómago y darle un poco de tregua a los pies. Masa nos lleva a un restaurante donde por fin podremos degustar nuestra primera comida típicamente japonesa. No si antes inmortalizar el escaparate y los menús de plástico cuya perfección supera a veces la realidad. Son "calcados" a los que te sirven en el plato (adornos incluidos) y se han convertido en un must entre los turistas, que los compran como recuerdo del viaje (aunque sus precios no son precisamente populares).

En ese mismo escaparate me esperaba una curiosa sorpresa:


los Virkikis de mi infancia (aquí Monchichis) dando la bienvenida a los comensales entre los platos de sushi : )

Así que una vez dentro y contando con un anfitrión de lujo, nos disponemos a elegir menú.
Miso shiru (sopa de miso), arroz hervido (cómo no, preceptivo en cualquier menú) y maguro sashimi (sashimi de atún; la diferencia entre sushi y sashimi es que el sushi consta de pescado+arroz y el sashimi es sólo pescado crudo). Hasta la flor se come.

Baste decir que estaba todo buenísimo.

13 comentarios:

BLAS dijo...

Me encanta la comida japonesa, para mi gusto, está exquisita, y eso que no he estado (aún) en el auténtico Japón para probar la auténtica y verdadera gastronomía japonesa... Se me hace la boca agua solo de pensarlo, ñam, ñam...
Me he extrasado un poco con tanto metro para arriba y para abajo, pero realmente es la manera más rápida de moverse en una gran ciudad. Y qué curiosa es la alternancia entre tanta modernidad y prisas y de repente, un templo, donde todo es meditación y rezos... Me resulta tremendamente dispar, pero muy curioso.
Como siempre, estupendo artículo Anele, me estoy aficionando tanto que al final voy a tener síndrome de abstinencia cuando se acabe, jajajaja.
Besos!!

Susana dijo...

Como estoy disfrutando con este recorrido virtual... pero cuando he visto los monitos ya ha sido lo más... Yo también tenía unos!!!! jajaja, qué ilusión me ha hecho verlos!!!!!

anele dijo...

No te preocupes, Blas, que ya te desintoxicarás después del verano cuando empiece Elphaba con el relato de su viaje.

Susana,esque me quedé petrificada porque era lo último que esperaba encontrarme en un restaurnate, pero ya ves que allí no hay nada imposible, ja,ja. Y no es que se tratara de una reliquia del pasado, allí se siguen vendiendo.

Elphaba dijo...

Andaaaaaa, yo tenía un mono de esos.
Takeshita Dori, no sabes lo pendiente que tengo la visita a dos o tres tiendas justo ahí, jejeje. Pero tranquilas, que no voy a comprarme ningún modelito de esos, no.

Inma dijo...

Todo interesantísimo..pero...¡quiero a esa niña!!!
Vaya paliza os distéis!!! Todavía debéis estar hechos polvo de este viaje.

chema dijo...

me ha impresionado mucho todo. ufff, tokio debe de ser una ciudad un poco estresante para vivir, aunque sea por la cantidad de gente que hay...
me ha llamado la atención lo del simulacro de terremoto. la verdad es que japón e propenso a los movimientos sísmicos, así que tienen que estar preparados...
qué sorpresa, encontrarse con los virkikis en el restaurante! mi hermana tenía uno, por algún armario estará...

Cloti Montes dijo...

Estoy encantada y súper feliz que diría la Esteban, eso sí, con un hambre espantosa... creo que se impone otra visitita al Kobe de Las Tablas ¿lo conoces?
Bssssssssssss
Cloti

anele dijo...

Elphaba, estaba convencida de que la tenías en la lista de "pendientes". Espero que tú la disfrutes, yo no pude entretenerme en cotillear y ya nos dió pereza volver, teniendo tantas cosas pendientes de ver el resto de la semana.

Pues Inma, la verdad es que estuve esperando a que la madre se despistara para llevarme a la niña, pero no hubo suerte.

En cuanto a los terremotos, Chema, según me han contado se producen cada dos por tres, claro que son pequeños. Afortunadamente no nos pilló ninguno, porque me c... de miedo.

Cloti, ya me estás dando la dirección. No, no lo conozco. (intuyo que tú si). Cuéntame si es bueno y dónde está.

Cloti Montes dijo...

Pero si ya te la he dado, es el Kobe de Las Tablas, junto a San Chinarro, la dirección no me acuerdo ahora mismo pero la tienes en la red segurito. Es el mejor japonés de Madrid ¡todo delicioso!
Y además ahora podrás comparar y hacerme sugerencias jeje
Bssssssssssss
Cloti

Elphaba dijo...

Anele, no sé qué inspira Japón que a todo el mundo le entran ganas de secuestrar a alguien XDDDDD. Extraño y maravilloso país.

Geno dijo...

Cada post que escribes me sorprende más el mundo japonés. Por cierto, te paso un jueguín en mi blog

Ana I. dijo...

Me encanta leerte Anele. Es como si estuviéramos allí con vosotros. Me hace gracia lo de hablar bajito por el móvil (como aquí vamos), y lo de los birkikis tambien. Cuando mi hijo se me cuelga del cuello siempre le digo que parece uno .
Hay que ver lo discretas que andan algunas japonesas, jajaja. No me extraña que los ojeadores de tendencias se pongan las botas allí.
Por cierto, Elphaba, no sabía que te ibas!!!! creo que nos vamos a poner de un japonizado subido. ¡Una gozada!

Candela dijo...

lloro... lloro muchoooooo de pura envidiaaaaaaa...