sábado, 27 de junio de 2009

TOKYO (2)

Jueves, 21 mayo.

Después de comer en el barrio de Asakusa, dejamos atrás el Tokyo más tradicional y nos sumergimos en la faceta más moderna de la urbe. Masa nos lleva hasta el distrito centro. Allí visitamos el edificio Sony, un centro de exposición donde se pueden ver (y probar) las novedades del gigante tecnológico, algunas de las cuales aún no han salido al mercado. Me parece una visita curiosa puesto que supone un claro ejemplo de cómo intentan "barrer para casa"; por supuesto no es un lugar que yo hubiera incluido en mi lista de imprescindibles (excepto que se diera el caso de "pasaba por aquí") de modo que lo interpreto como una forma de mostrar la grandeza de la industria nipona tratando de "enganchar" al visitante convenciéndole de la magnifica calidad de sus productos. De todas formas me gusta la idea. ¿Por qué no? Es indudable la importancia de Sony en el mundo empresarial. Quizás no fuera esa la intención. En realidad, me da lo mismo.

Paseamos hasta el Foro Internacional de Tokyo, un moderno centro de convenciones acristalado de forma lenticular construido por el uruguayo Rafael Viñoly. Su proyecto fue elegido entre más de 400 en lo que fue el 1º concurso de arquitectura internacional en Japón, en 1989.
Como ya he comentado en alguna ocasión, las vías del tren están pegadas a los edificios, tal y como se aprecia en la foto.


Fotografía: zstudioarchitects.com


El interior del foro es luminoso y su sistema de viguería asemeja un enorme esqueleto. Me siento como Jonás en el interior de la ballena.
Con mi afición por la arquitectura creo que aquí podré disfrutar de unos cuantos edificios interesantes.

Masa ha llamado al hotel y le han confirmado que acaba de llegar nuestro equipaje, así que ya podemos respirar tranquilos. Y aquí termina nuestra visita guiada: ha sido un placer contar con un cicerone tan profesional y agradable.
Nos despedimos de Masa y continuamos la marcha por nuestra cuenta.

Más pantallas. Les encantan, y cuanto más grandes, mejor. Al fin y al cabo estamos en el país del consumismo por excelencia. Cualquier lugar y sistema es perfecto para anunciar lo que sea. Todo vale.
Neones y más carteles publicitarios. Ampliando la imagen se aprecia mejor el enorme reloj Casio en lo alto del edificio marcando las horas. Curioso, ¿no?



En nuestro camino nos encontramos varias koban, las "cabinas" de la policía. A menudo minúsculas, no más de 3 o 4 policías cuya principal función es atender al ciudadano perdido. Todas ellas tienen callejeros de la ciudad porque moverse por Tokyo en busca de una dirección es misión imposible. Edificio Sony: 5-3-1 Ginza, Chuo-ku. Ningún nativo será capaz de indicarte dónde está a menos que lo conozca. La numeración hace referencia al distrito, al barrio y al bloque, porque los portales no están numerados.


Su cometido y poco más. De hecho, la policía tokiota tiene fama. Es decir, mala fama. Se les considera un poco ineptos, algo que me llamó muchísimo la atención teniendo en cuenta lo meticulosos y perfeccionistas que son los japoneses en su trabajo.
Una muestra de ello son los boutiques tan bonitas y los escaparates tan cuidados y originales que uno se va encontrando de tanto en tanto. No pude reprimir mis ansias fotográficas cuando me topé con éste, decorado con esas preciosas Blythe. Mira que les gustan los muñecos; primero los Virkikis del restaurante y ahora ésto.


La madre patria también ha encontrado un huequito en las calles de Ginza (y en las de 3 o 4 más, porque en total me "topé" con 4 tiendas Zara a lo largo de nuestras visitas por Tokyo). Don Amancio apunta alto, a la vista de este impresionante edificio enterito para él. No deja de resultar curioso.

Lo más fascinante es que se trata de un país de contrastes, donde lo mismo te encuentras una chica vestida de lolita gótica en una esquina que un monje budista en la de enfrente, pidiendo limosna.


Y antes de regresar al hotel unos minutos de paseo por el Bic Camera. Germán quiere comprar objetivos para la cámara nueva, así que toca comparativa de precios.
Las tiendas de electrónica son muy diferentes a las españolas. Hay tanto material para elegir que el despliegue de expositores es abrumador, ya que para un artículo existen decenas de modelos en distintos tamaños y colores. Cada planta está llena de expositores en pasillos estrechos (nada de espacios amplios como en nuestros centros comerciales) con etiquetas explicativas, precios, carteles publicitarios... que suponen una verdadera saturación visual. Y si a todo eso le sumas uno o varios dependientes vociferando para atraer a los clientes, proclamando las maravillas de tal o cual promoción acompañados por la música, te parece estar definitivamente en Marte.
Lo mismo te los encuentras en la puerta de las tiendas como reclamo para el comprador, con la musiquilla de fondo, a veces con el megáfono en la mano. Parece un mercado asiático de cualquier parte del mundo menos de Japón. Curioso, cuando después te encuentras el contrapunto en el metro de un viajero que se tapa la boca para hablar por el móvil sin molestar al de al lado. Contradicción pura.


Algo que me llama enormemente la atención es que en Tokyo hay vida bajo tierra y en las alturas. Acostumbrada a restaurantes y comercios "a pie de calle", se me hace raro ver una oferta tan exageradamente extensa (proporcional al nº de habitantes, claro está) de tiendas que ni siquiera se ven. Están en las plantas altas de los edificios (de ahí la profusión de carteles y neones avisando que en la 3º planta hay un café y en la 7º una peluquería canina) y en los bajos de las enormes estaciones de tren.
Y la especialización. Me encanta. Hay muchas tiendas especializadas, formadas por varias plantas (incluso 7 u 8, normalmente con 1 o 2 en el sótano). A veces ocupan un edificio pequeño, otras, varias plantas de un rascacielos, mientras por encima de ellas continúan las oficinas, hoteles y apartamentos. La mayoría de los grandes almacenes cuentan con 1-2 plantas con restaurantes y tiendas de alimentación. Y con pastelerías, por supuesto. En mi vida he visto una ciudad con más pastelerías que Tokyo.


Opino que es una ciudad muy cómoda para vivir (no desde el punto de vista sociológico; por supuesto, eso es otro cantar) sino desde el punto de vista de servicios al ciudadano: hay baños públicos por todas partes (y limpios), incluso en algunas tiendas y estaciones de metro. Hay máquinas dispensadoras de bebidas frías (y calientes) casi en cada esquina, lo que significa que tienes la hidratación asegurada a cualquier hora del día o de la noche. Hay taquillas para equipajes o bolsas en todas las estaciones de metro (no sólo en las de tren), a veces cientos de ellas, dependiendo de la importancia de la estación y sus dimensiones. Un lujo para "abandonar" las compras o los bultos que incordian mientras paseas o terminas tus gestiones. Cuando llueve aparecen como por arte de magia expositores de venta de paraguas en casi todos los comercios, así como "taquillas" para dejar tu paraguas mientras paseas por el centro comercial o subes a trabajar a la oficina con un bulto menos.
Supongo que están todos convenientemente guardados en los almacenes porque tienen ruedas; listos para hacer acto de presencia en cuanto cae la primera gota. Tanto para paraguas como para sombrillas, porque hay decenas de japonesas protegiéndose del sol por las calles.
En algunos restaurantes (en el de los Virkikis, por ejemplo) ante la proximidad de las mesas y las estrecheces de los pasos comunes (esto es Japón) te ofrecen unos cestos para dejar bolsos, mochilas, compras o abrigos, bien para colocar debajo de la silla o en el espacio entre mesa y mesa y así mantener despejados los respaldos de las sillas facilitando el paso.
Y las calles están marcadas con "tiras" en relieve pintadas en amarillo: son guías para invidentes o deficientes visuales.
En fin, que son sólo algunos de los ejemplos de cómo facilitar un poco el día a día en esta colmena humana.
El resto de la tarde y los 3 días siguientes los dedicamos básicamente a pasear por la ciudad, hacer compras y a seguir dejándonos sorprender por la fauna tokiota y por todo lo que la ciudad tiene para ofrecer.
Se suceden los edificios uno tras otro, con más de 15 alturas, los luminosos van despertando a medida que oscurece mientras se entrecruzan las calles con las autopistas y vías ferroviarias a distintas alturas en un caos perfectamente coreografiado.

7 comentarios:

chema dijo...

aunque sony es una compañía muiy globalizada, tuvo que ser interesante ver su sede central, su casa matriz.
la foto del interior del edificio del foro internacional impresiona. la de cálculos que habrán tenido que hacer para diseñar esa estructura!
ah, leí en algún sitio que había alguna tienda de zara en japón, pero no pensaba que hubiera un edificio entero tan enorme!

Inma dijo...

¿Quién no ha tenido un casio? ¿Os acordáis? Mi hermano tenía uno gigante con calculadora y un montón de gadgets.
Las fotos de Tokyo son tal y como me lo imagino, el tren en altura, los rascacielos.
Las Blythe están causando furor y a mi no me acaban de hacer tilín.
Curiosa gente estos japoneses, la pregunta es si nos encuentran tan raros a nosotros como nosotros a ellos.

anele dijo...

Chema, la verdad es que me esperaba otra cosa en el edificio Sony, está planteado como una tienda pero creo que no puedes comprar nada. Es simplemente n espacio expositivo pero de todas formas es curioso.

Inma,fíjate que iba soñando con comprarme una Blythe pero cuando las ví en "directo" no me gustó nada, esa cabeza de plástico duro con la costura a los lados... me eperaba otra cosa. Me parece carísima para un material tan simple. Me sigue gustando mucho, pero sólo en foto, así que me volví con las manos vacías. Bueno, me compré unas pegatinas para quitarme el "mono", ja, ja.

Cloti Montes dijo...

Lo que más me gusta es que nos estás presentando a los nipones como tremendamente ordenados y preocupados por el bienestar de los demás. Lo tienen todo pensado para que te sea cómoda la estancia en su capital, me ha dejado encantada lo de las cestas en el restaurante.
A mí las Blthe me dan miedito.
Bsssssssssssss
Cloti

BLAS dijo...

El edificio Sony es mi única baza para conseguir llevar a mi marido a Japón... De manera que de ir, en cuanto salga del aeropuerto me veo enclaustrada allí durante horas... Seguro vamos. A mi personalmente me atrae 0 patatero. Donde se ponga un buen templo o jardín japonés... Pero quien algo quiere, algo le cuesta ¿no?

Geno dijo...

Bufff, me perdería si tuviera que escoger allí material fotográfico, jajajjaja... bueno, no ¡¡lo querría to-do!! Geniales las fotos

COILET dijo...

ohh vaya que interesante viaje ahora mismo me lo leo detenidamente si mi "enano" no me reclama......... que sstresss........