

Las hay para todos los gustos y de lo que no cabe ninguna duda es de que han acudido a las urnas con muchas ganas.
Los típicos scones ingleses acompañados de una rica clotted cream y mermelada (piqué, obviamente), croissants, muffins, tostadas, tartas en porciones, los típicos sándwiches de pepino, cookies,... sugerentes nombres que disparan sin duda los niveles de azúcar sólo con leerlos en la carta. Y no queda más remedio que reprimir las ganas de pedirlos todos a la vez.
También hay platos salados para mediodía (sopas, ensaladas, sandwiches...).
Nada más atravesar la puerta nos encontramos con la tienda de productos ingleses: mermeladas, artículos de la marca del príncipe de Gales, cremas (tengo que hacerme con otra deliciosa lemon curd de Wilkin&Sons), galletas, típicas patatas fritas con "sal y vinagre" y sándwiches (...). A continuación, una pequeña barra con taburetes, y al fondo un pequeño salón. Algo incómodo porque la sillas parecen rescatadas de un parvulario (algo bajitas) y con ciertas estrecheces, pero con una original decoración (cofias y delantales enmarcados) de gusto inglés con paredes empapeladas de flores.
El problema: que sus precios son bastante elevados (tés a 3,40€). Aunque al menos queda el consuelo de saber que parte de los beneficios van destinados a un proyecto de desarrollo en Tanzania.
En el local adyacente, además, cuentan con otra tienda, esta vez de artículos para el hogar y regalos. Tazas de porcelana, delantales, cuberterías, fundas para bolsas de agua caliente, preciosos artículos navideños, bolsas tipo Harrod's, bonitas latas, tarjetas y una infinidad de caprichos de estilo inglés.
Todo muy victoriano, vamos. Y debe gustar, porque aparte del salón de la c/Santa Engracia abrieron otro recientemente en la c/Príncipe de Vergara. Y seguimos con la nueva visita a Margó, Salón de té (que ya comenté aquí).
Sí, seguramente muchos penséis que es cursi, pasado de moda y recargado. Y seguramente no os faltará razón. Pero a mí me gusta; siempre he sido muy ecléctica en mis gustos (lo mismo disfruto un café en un local de aspecto aséptico y ambiente industrial, tan en boga hoy en día).
Me encantan todas las cursiladas que venden en su tienda y el delicioso aspecto de sus meriendas: los muffins, las tartas, la bollería...
Y sí, es caro. Pero de vez en cuando apetece "pagar la diferencia" y tomarse un respiro en un lugar agradable y donde no haya que subir el volumen de la conversación hasta más allá de los límites permitidos. Especialmente si, como aquí, te sientes como en el salón de casa (aunque la decoración de mi salón sea diametralmente opuesta a ésta).
En Florida nos encontramos con la Norman Johnson Upside Down House, un museo que recrea una típica vivienda de los años 60 (automóvil incluido):