jueves, 3 de junio de 2010

GRAN VIA, 12: MUSEO CHICOTE (1ª parte)

Construído por Felipe Sala y Eduardo Reynals en 1913, este edificio es gemelo del nº 14 (que en su poco acertada restauración se desmarcó del diseño origial simplificando la ornamentación, como puede apreciarse en las diferencias entre ambas; el por qué se restauró uno sí y el otro no, constituye todo un misterio).
Si por algo destaca el inmueble es, esencialmente, por dar cobijo al que fue uno de los bares míticos de la capital.
Mítico por el inconfundible carácter que le supo infundir su propietario, cuya biografía supone un claro ejemplo de superación personal y un virtuoso don de gentes.

Nacido el 13 de mayo de 1899 en la madrileña calle del Limón, Pedro Chicote supo aprovechar las oportunidades como nadie y labrarse un futuro brillante.

Huérfano de padre desde los 5 años (su padre era un humilde empleado de la compañía del gas) pronto comienza a trabajar para aliviar las cargas familiares. Cada día antes de ir a la escuela, de 6 a 8 de la mañana, acude al mercado de los Mostenses a vender tazas de aguardiente (para aliviar las frías mañanas de los pescaderos) y de té con limón y hierbas en una taberna del recinto.

Más tarde trabaja en la cervecera Mahou de la calle Amaniel pasando después a un café de Carretas. A los 12 años trabaja en Correos como repartidor de telegramas y es a los 14 años cuando su futuro da un giro al ingresar en el Hotel Ritz como aprendiz de camarero. En los veranos completa su aprendizaje en prestigiosos establecimientos de San Sebastián, Biarritz y San Juan de Luz.

Pronto comenzará a destacar en el arte de la coctelería.
Pasa 2 años en la guerra en el norte de África, donde coincide con un corresponsal de guerra que había sido cliente suyo y que intercede por él, apartándolo de las trincheras y pasándolo a cumplir un cómodo servicio en la cantina.
A su regreso pasa por el desaparecido Palacio de Hielo (detrás del Hotel Palace) y por el Hotel Savoy (en el Pº del Prado), el Cock Bar (en Concepción Arenal y más tarde en la calle Reina) para terminar comprando el bar-restaurante Victoria Palace de San Sebastián.
Pero Madrid le tira con fuerza, así que pasa los inviernos en la capital dirigiendo el Pidoux Bar (frente al que será el futuro Bar Chicote, en Gran Vía).

No sólo destacó en la coctelería sino que también fue pionero en el catering y muy célebre fue el que sirvió durante el acto de colocación de la 1ª piedra de la Ciudad Universitaria.

Finalmente, el Bar Chicote nace el 18 de septiembre de 1931 (en el tramo entonces conocido como Conde de Peñalver, hoy Gran Vía 12) y Luis Gutiérrez le da forma; es el arquitecto que diseña el mayor nº de bares de la época, como el Mª Cristina de la calle Mayor, el café Aquarium en Alcalá o el Casablanca, una de las salas de fiesta más populares.
Se lleva consigo a todo el personal del Pidoux (limpiabotas incluído).
Su consagración definitiva llega durante la República con la concesión del bar del Congreso de los Diputados en abril de 1934, que regentará hasta el inicio de la democracia.
Años más tarde y empujado por antiguas rencillas con sus anteriores jefes, "Perico" se venga comprando el Cock.


El local es testigo de los cambios sociales y políticos del país.
Pronto las cosas se complican y comienza la Guerra Civil. Dicen que durante los años oscuros de la guerra y posguerra funcionó como lugar de extraperlo para el mercado negro de la penicilina, algo que su sobrino Pepe niega: "Durante 3 años, dos policías custodiaban al local para evitar el contrabando". Como también niega que fuera un prostíbulo de lujo, algo que las malas lenguas propagaban: "sí que había chicas de alterne; se sentaban en determinadas mesas y no podían acercarse a la barra. El cliente escogía y prolongaban las noches en las boites, en Riscal o Pasapoga".
También se comenta que durante la contienda se vendían relojes Omega, que permanecían ocultos bajo lonas y camuflados entre las botellas del patio.
Hemingway, cliente asiduo del local, escribía allí sus crónicas de guerra.


Mientras, su fama y su clientela continúa creciendo.
Es tal la demanda, que en los primeros años del régimen llega a tener en plantilla a 40 empleados.
Pedr Muñoz-Seca pone letra a un pasodoble dedicado al barman y Agustín Lara lo inmortaliza mencionándolo también en el chotis "Madrid".
En realidad, circula una teoría que atribuye la verdadera autoría del chotis a otra persona. Al parecer Lara pudo haber comprado los derechos de la canción a un músico de la Banda Municipal de Madrid exiliado en México, Rafael Escalona, que la compuso para aliviar el ánimo de su esposa enferma. El "cuando volvamos a Madrid..." dicen que fue entonces sustituído por un "cuando llegues a Madrid...". Dicha teoría está siendo contrastada por las autoridades locales.

Chicote con Agustín Lara

Pronto el Bar Chicote se transformaría en el Museo Chicote... pero eso es tema para otro post.




5 comentarios:

Candela dijo...

Estuve ahi precisamente tomandome algo la noche que llegue a Madrid en diciembre pasado, con Lar, su hermana, Ilenka y Cis y Marisa del foro de las nancys...
La verdad el sitio no me parecio nada extraordinario. Demasiado caro, demasiado oscuro y ¡no tienen cerveza de barril! Solo botella!

Cloti Montes dijo...

Qué cantidad de sitios hay en Madrid que debería ir a visitar ¡uf!
Bsssssss
Cloti

chema dijo...

la de veces que habré pasado por allí sin darme cuenta! es un bar muy bonito y vistoso por dentro. otro post muy interesante, anele. en la gran vía, está visto que cada edificio cuenta una historia.

Geno dijo...

Es lo que se llama un local con solera

Inma dijo...

Cuando lees biografías o historias de artistas de los 50/60 siempore sale a relucir este local.